Tras un relativo alejamiento de las primeras planas, Hugo Moyano, a los 71 años, vuelve a la calle, donde pisa más fuerte, y planea opciones de cara al año electoral y más allá. Retomando la reivindicación a propósito del impuesto a las ganancias, el camionero, adhiere al paro nacional de hoy, al que convocó la alianza de gremios del transporte.
Pero los motivos trascienden el reclamo corporativo, y apunta a perfilarse para la negociación en la eventual unidad de la CGT y en el reparto del poder ante la llegada del nuevo gobierno.
A diferencia de otros años, Moyano tomó la decisión de no encolumnarse públicamente detrás de ningún candidato. Su mira está puesta en reposicionarse en 2016, con el nuevo gobierno ya en marcha. Mientras tanto, desde luego, juega a tres bandas con Daniel Scioli, Sergio Massa y Mauricio Macri. Con el primero, sobre todo a través del canillita y diputado nacional de su partido, Omar Plaini; con el Frente Renovador teje una alianza electoral en un puñado de distritos, y con el Jefe de Gobierno porteño lo unen, al menos, acuerdos económicos y laborales.
Por otro lado, últimamente dedica más tiempo a su familia, pero también a la gestión deportiva de Independiente, cuyo eventual éxito, añora en reserva, le permitiría acercarse a la clase media, quien mayoritariamente lo observa cuanto menos con desconfianza. Moyano busca ser el presidente que ponga en orden la economía del club, cuyo pasivo ascendería a $ 575 millones y tiene su convocatoria de acreedores en curso.
Independiente, además, le abrió una inesperada ventana: selló una furtiva alianza con Marcelo Tinelli para impulsar la renovación del grondonismo en la AFA y discutir los fondos del programa Fútbol para Todos.
Además, en septiembre de este año, se renovarán autoridades en el sindicato de camioneros de Buenos Aires, que es el más poderoso del país por sus miles de afiliados y por la cantidad de propiedades que dispone. Con seis reelecciones a cuestas, es la primera vez desde 1987 que Hugo Moyano evalúa dejar el sillón de mando. El plan que está en estudio sería delegar el día tras día del sindicato y recluirse como líder de la Federación Nacional de Camioneros, lo que le permitiría conservar su influencia gremial y le abriría puertas políticas en diferentes distritos.
De concretarse su salida del sindicato, la sucesión recaería en su hijo Pablo. Más combativo y menos cerebral que su padre, Pablo cuenta con una tropa propia que encarna el recambio generacional en el gremio. Sin embargo, hay voces que advierten que se opondrían al liderazgo de su hijo por no comulgar con su estilo. Moyano padre lo sabe y evalúa un plan alternativo: apoyar a Omar Pérez, secretario de relaciones internacionales del gremio, quien adquirió protagonismo en los últimos meses al ser el representante de Moyano para reflotar la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte, que reúne a las organizaciones que impulsaron de raíz el paro nacional de hoy.