El secretario general de la Federación Sindical de Profesionales de la Salud (FESPROSA), Jorge Yabkowski, reclamó el martes «la prohibición del glifosato porque es probable que sea cancerígeno», según concluyó la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC), que depende de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Al conmemorar el «Día Mundial de la Salud», el gremio sostuvo que esa entidad difundió hace pocos días «los resultados de un estudio que pateó el tablero del modelo de agronegocios», reconociendo así «la denuncia que hace años realizan vecinos afectados y científicos por afuera de las corporaciones».
Yabkowski explicó que en la Argentina «se aplica glifosato a más de 28 millones de hectáreas y, cada año, los suelos son rociados con más de 320 millones de litros, lo que implica 13 millones de personas en riesgo de afectación, según los datos de la Red de Médicos de Pueblos Fumigados» (RMPF), indicó el dirigente.
«La soja es adicta al glifosato; también se utiliza para el maíz transgénico y otros cultivos. Donde cae solo crecen los organismos genéticamente modificados. Todo lo demás, muere», aseveró.
La FESPROSA, que representa a más de 30.000 médicos y profesionales de la salud, integra el ‘Colectivo Socio Sanitario Andrés Carrasco’, un ex investigador del CONICET fallecido hace un año, quien demostró «los daños del glifosato en embriones».
«Por difundir sus investigaciones fue atacado por la industria, pero hoy la OMS le dio la razón. El glifosato no solo provoca cáncer sino que está asociado al aumento de abortos espontáneos, malformaciones genéticas, enfermedades de la piel, respiratorias y neurológicas. El gremio reclama su prohibición y la apertura de un debate sobre la necesaria reconversión de los agronegocios con la aplicación de tecnologías que no arriesguen la vida», afirmó.