A poco más de un mes para las elecciones presidenciales, las promesas vuelan. Ahora, Daniel Scioli sumó un compromiso para reformar el Impuesto a las Ganancias si consigue llegar a la Casa Rosada. Eso aseguró ayer el titular de la UOM y de la CGT oficialista Antonio Caló.
«El compañero Scioli me lo prometió a mí», aseguró este martes el conductor de la organización, Antonio Caló. El dirigente sindical reveló el compromiso tras haberse reunido con José «Pepe» Scioli, hermano del candidato y uno de los principales armadores de su candidatura, y José Urtubey, vicepresidente primero de la Unión Industrial Argentina (UIA) en la sede de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) de Rosario.
Hoy, el emparchado Impuesto a las Ganancias dispone que empiecen a pagar el tributo aquellas personas que cobran más de 15.000 pesos. Sin embargo, una resolución dictada por Cristina Kirchner en 2013 dispuso que aquellas personas que en aquel momento cobraban menos de esa cifra no paguen el tributo. La medida provocó inequidades tales como que una persona que triplicó su salario no abone nada, mientras que otra que tuvo apenas un 25% de incremento en los últimos dos años tenga que hacerlo. La solución, según los gremios, es dejar de emparchar el sistema y avanzar en una reforma integral de la ley.
Caló aclaró que el gobernador bonaerense le hizo la promesa «no ahora, hace mucho tiempo», pero no dejó ver ninguna duda de que vaya concretarlo: «Él lo ha prometido y lo va a cumplir». «Todo su equipo económico me ha prometido que van a mandar al Congreso la ley», insistió.
El titular de la CGT oficialista aclaró que en su opinión la tasa no debe ser eliminada, sino que debe ser reformulada para que vuelva a cumplir con su objetivo inicial, es decir, que sean sólo aquellas personas con altos ingresos verdaderos quienes deban pagarla.
Por último, Caló aprovechó la promesa sciolista para cargar contra la gestión de Cristina Kirchner. Según señaló, la reforma del Impuesto a las Ganancias permitirá que los trabajadores «no tengan que depender nunca más de un Poder Ejecutivo que, si se le antoja, sube el mínimo, y, si se enoja, pagan todos los trabajadores».