Desde hace un mes los trabajadores de la empresa alimenticia de capitales ingleses Calsa, paran y acampan en la planta que la firma posee en Lanús. La medida es llevada adelante en rechazo de los 61 despidos compulsivos que se vivieron en el último tiempo. Como respuesta a la medida la empresa sólo ofreció reincorporar a un grupo y dejar fuera de la negociación a los empleados más comprometidos con la organización gremial.
El conflicto en Calsa no es nuevo, comenzó a fines de 2013 cuando la empresa británica tomó la decisión de despedir sin causa a Daniel Franco. Sus compañeros lanzaron una serie de protestas para que vuelva a sus tareas y, resolución de la justicia mediante, lograron su reincorporación.
Pero desde ese momento los problemas y las persecuciones, lejos de finalizar, se multiplicaron. Desde entonces se sucedieron los conflictos por más despidos a las caras visibles de la incipiente organización sindical.
Hace cuatro meses la empresa volvió a despedir, en esta oportunidad a 3 trabajadores y sin motivo alguno. La respuesta de los empleados derivó en un paro en busca de que sean reincorporados.
La confrontación se mantuvo latente mientras duró la intervención del Ministerio de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires que dictó sucesivas conciliaciones obligatorias, pero una vez vencidos los plazos, Calsa ratificó las cesantías y profundizó las persecuciones.
Una vez terminada la mediación de la cartera laboral las cartas documento comenzaron a llegar y la cifra de despedidos trepó a 61. Desde ese momento, el 28 de abril, a la fecha la empresa se encuentra totalmente paralizada con sus 230 empleados en una huelga total de actividades.
Consultado por Info Gremiales Pablo Gutierrez, operario de la fábrica, sostuvo que se trata de “una clara persecución sindical. Ahora ofrecieron retomar a todos los despedidos menos a los once que solemos hablar en las asambleas y ser las caras visibles de los reclamos”.
Vale mencionar que la empresa, con casa matriz en Inglaterra, recibió una inversión multimillonaria en los últimos tiempos. Lo que ocurre es que los negocios en Argentina le resultan muy rentables. De hecho los británicos están en pleno proceso de inversión de u$s 30 millones para ampliar su producción.
Sobre la situación Gutierrez sostuvo “Calsa no conoce la palabra crisis”. Y agregó que antes de que se desate el conflicto “Nos pedían por favor que vengamos a laburar los domingos por la cantidad de trabajo que había”.La raíz de los despidos es clara. Se trata de disciplinar a los rebeldes.
Desde la conducción de Calsa reconocen que el conflicto se desata por tres despidos. Además sostuvieron que llevarán a la justicia denuncias penales contra trabajadores “agresiones verbales, intimidaciones, prohibición de acceder a la propiedad, restricción al ingreso y egreso de materia prima y vehículos y otras prácticas igualmente repudiables».
La inflexibilidad de “los piratas de Calsa” choca con los apoyos recibidos por los trabajadores desde los distintos sectores. Los empleados cuentan con el respaldo del gremio de alimentación y de diversas organizaciones sociales y políticas.