Sergio Gomez, el chofer de la Linea 41 que denuncia el despido arbitrario de su puesto de trabajo, ya lleva una semana encadenado sobre la puerta del predio que la empresa tiene en la localidad de Carapachay.
A pesar de la agobiante situación, los directivos de Azul SATA (gerenciadora del servicio) y los representantes de la UTA siguen sin atender los reclamos del trabajador.
Al cabo de esta semana, Sergio ha recibido el apoyo de sus compañeros de trabajo y de choferes de otras lineas de colectivos, quienes se han acercado al acampe para manifestarle su solidaridad.
Uno de ellos, quien ha preferido mantener el anonimato para «evitar represalias por parte del gremio», declaró: «El caso de Gomez es muy común en el transporte; las empresas persiguen a los activistas y los delegados, afines a la UTA, garantizan el despido».
Por su parte, Gomez decidió intensificar su medida de fuerza: desde el lunes y dejó de injerir alimentos, comenzando así una huelga de hambre. Sostiene que, a pesar de los riesgos que esta decisión conlleva, se mantendrá firme hasta ser reincorporado a la empresa.