La muerte del referente máximo de Luz y Fuerza, Oscar Lescano, abrió una compulsa inesperada por la conducción de los lucifuercistas. Algo que no sucedía desde hace 30 años se comenzó a vislumbrar y parece llevar a una elección por la renovación bastante reñida.
La Federación Argentina de Trabajadores de Luz y Fuerza (FATLyF) comienza a ser disputada por dos sectores. Desde hace un tiempo vienen reuniéndose sindicatos de distintos lugares del país, con la agenda inmediata de renovación de autoridades en octubre próximo cuando culmine su congreso anual que se realizará en la ciudad de Mar del Plata.
Este movimiento está encabezado por el Secretario General del Sindicato de Luz y Fuerza de Mercedes, Guillermo Moser, quien fue Secretario Gremial y actual Sub-Secretario General de la FATLyF desde el 2010. El frente de la federación se encuentra el histórico dirigente Julio Ieraci quién llegó hasta ese sillón y se sostuvo con el respaldo de Lescano desde la década de 1990.
Hoy con un estado de salud comprometido «don Julio» no cuenta con la mayoría de los gremios del interior, sumado a un sindicato capital que devaluó el heredero Rafael Mancuso. Todos ven como la grieta se abre bajo los pies de estos dos dirigentes quienes crecieron a la sombra del «negro» Lescano.
«Los sindicatos creen que es el momento de asumir la responsabilidad de nuevos desafíos para ser protagonistas de los tiempos que se vienen», sostuvo un conocedor de la vida lucifuercista. Todos reconocieron en vida al propio Lescano. Un hombre que unía a todos, llegaba a los despachos del poder, era respetado por su pares del movimiento obrero y siempre mantenía sus teléfonos abiertos a todo periodista que buscaba dialogar con el.
A casi un año de la muerte de Lescano las criticas se multiplicaron contra Mancuso, quien optó por el ostracismo y blindar las puertas de su despacho. En los espacios de debate de los nuevos tiempos del sindicalismo hoy Luz y fuerza no tiene presencia cotidiana. Por los despachos oficiales la injerencia de los trabajadores es nula en la política energética -algo impensado cuando «el negro» vivía- y por los pasillos de las redacciones de los medios no hay periodista que se queje de la imposibilidad de tener una declaración del sucesor.
Otro dato claro y notorio que molestó a todo el armado lucifuercista fue el silenció por el que optó Mancuso en la crisis energética que hubo en diciembre en un país que mostraba ciudades desbordadas, con piquetes y cortes de calle ante la caída cotidiana del suministro.
El congreso de octubre, entonces, definirán la disputa entre los sindicatos que impulsan la «renovación» a manos de Guillermo Moser y la vieja guardia lucifuercista que todavía no termina de ser convencida por Rafael Mancuso pero que no tiene un mejor candidato para garantizar su continuidad.