(Por Jorge Duarte @ludistas) La estrategia comenzó con las declaraciones de Pablo Moyano y se potenció con la salida de Mario «Paco» Manrique de la CGT. Buscan que el paro de transporte del 30 de octubre se convierta en un paro general. El veto de Javier Milei a la Ley de Financiamiento Universitario aporta a quienes presionan para generalizar las protestas.
La jugada es ambiciosa. Coordinar una serie de presiones para traccionar a la conducción de la CGT, hoy expectante, a un nuevo paro general. No parece fácil, pero quizás el fanatismo ideológico del Gobierno libertario de Javier Milei, que ayer confirmó el vetó a la Ley de Financiamiento de las Universidades Nacionales pueda aportar.
El primer movimiento lo hizo Pablo Moyano. Ayer en el marco de la Mesa Nacional del Transporte lanzó la medida de fuerza para el 30 de octubre y amagó con retirarse de la conducción de Azopardo el día después: “Después veremos qué medidas tomamos, si la continuidad en la CGT o no”, expresó Moyano y causó un cimbronazo.
A ello le siguió la determinación del número dos del SMATA y secretario Gremial de la CGT, Mario «Paco» Manrique: «Voy a renunciar a mi cargo gremial en la CGT. Esta CGT a mí no me representa«, disparó el también diputado nacional. «(La CGT) Se volvió a vaciar de contenido, no tiene claro hacia dónde va, se encerró otra vez en cuatro, cinco dirigentes que discuten a escondidas».
El movimiento se coronó con la posterior invitación del propio Pablo Moyano a que la CGT se sume a la huelga de los transportistas, luego del veto que reafirmó el Gobierno sobre la Ley de Financiamiento Universitario: «Ante el abandono, la represión, la entrega de la soberanía, a los jubilados y nuestros universitarios, la Mesa Nacional del Transporte convoca a todos los sectores al paro nacional que se realizará el próximo 30 de octubre».
Algunos apuntan al Instituto Patria como uno de los ideólogos y parte de los motores de la movida. Lo cierto es que Moyano estuvo el lunes reunido con CFK y que «Paco» Manrique es uno de los gremialistas más cercanos a la expresidenta de la Nación.
La idea que subyace es que sin un conflicto de alto voltaje no hay forma de que los Gordos puedan ponerse en guardia contra el Gobierno. De hecho, parecen empezar a sentirse cómodos con la porción dialoguista de los libertarios y tienen puentes cada vez más fluidos con el asesor presidencial estrella, Santiago Caputo.
La chance de gestar un paro general con el empuje del transporte podría servir, adicionalmente, para descomprimir las tensiones internas de Azopardo. Desde el paro general del 9 de mayo no hubo demasiados espacios de confluencia y el paso del tiempo parece haber erosionado la convivencia de los diferentes sectores.