Por Luis Autalán (@LuisAutalan) / Fotografía: Ariel Gaspardi / Está a punto de lograr, junto a la conducción de su sindicato, que el sueldo básico de los Aceiteros llegue a $108.000, pero recuerda que en la misma empresa (Dreyfus) donde trabaja percibió salarios de hambre antes de 2004. No comparte la participación sindical en política. Daniel Yofra le pone los puntos al capitalismo y resalta que desde allí se trabaja “todos los días, para joderle la vida a los trabajadores”.
Un petit hotel en modo vintage, y remodelación mediante, es la sede de la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmotadores de Algodón y Afines de la República Argentina, sito en la calle México al 1.500 de la Capital Federal. Nuestro anfitrión es el líder de los Aceiteros, Daniel Yofra, nieto de un abuelo que nació en Damasco, Siria, hijo de un sindicalista que no comprende cómo su hijo no militó en el peronismo.
A los 53 años resalta sus estudios secundarios completos como logro y haber tenido siempre trabajo. Incluso en la panadería de unos parientes “donde me negreaban en modo familiar”, lo recuerda y sonríe. Tres hijos, dos matrimonios, el primero como Sub20, léase con 19 años recién cumplidos. Romper el hielo de la charla a veces tiene la autopista del fútbol como arranque de manual periodístico:
-Como Juan Carlos Schmid sos dirigente sindical, naciste en Santa Fe y evitaste la grieta Rosario-Newells o Unión-Colón, sos de Boca.
-Pensar que uno tiene que ser hincha del cuadro que corresponde al lugar donde nacemos, no existe. Fijate que hay gente que nació en el Parque Independencia y es fanática de Central, otros nacieron en Alberti y son de Ñuls. Y quizás juega también, yo tengo 53 años, que 4 décadas atrás no había tantos medios periodísticos. Antes pasaban por la televisión sólo a Boca, River, Independiente, Racing o San Lorenzo. Y la gran mayoría de esas generaciones se hicieron de esos clubes en todo el país.
En los últimos años el clásico de Rosario se afianzó, lamentablemente, con violencia. Y se generó una pasión, no de la buena vibra, donde la familia quedó relegada a favor de los violentos. Más allá de eso Central y Ñuls son los más convocantes de todo el interior del país, lejos.
Te voy a contar una anécdota, una vez casi me hice hincha de Central y era sólo porque habían contratado a Osvaldo “Patota” Potente (ex número 10 surgido de Boca, entre otros clubes). Lo admiraba muchísimo y sólo tenía yo 8 años, por suerte no me hice de Central (risas).
“Alguien puede creer que soy el Maradona de las paritarias y en realidad soy un tipo más. Somos un grupo de dirigentes que trabajamos, tenemos conciencia de clase y tuvimos la suerte de encontrar a un abogado como Horacio Zamboni”
Daniel Yofra, líder de Aceiteros
-¿Te suele pasar que trabajadores de otros gremios te piden que Aceiteros los “adopte” para la defensa de sus derechos y convenios laborales?
-Si, calculo que en realidad nos expresan un halago. Nos han dicho algo parecido en una entrevista. Entonces le contamos que cómo fue la historia de nuestras paritarias, y eso nos remite antes de 2004 en nuestra primera discusión de convenio de salarios tal cual la conocemos hoy.
Antes nos moríamos de hambre, teníamos que quedarnos adentro para poder sobrevivir afuera, en la misma empresa donde yo trabajo. Entré en 1992 y pasé años con un sueldo de miseria, cuento esta breve reseña porque alguien puede creer que soy el Diego Maradona de las negociaciones colectivas y en realidad soy un tipo más.
Somos un grupo de dirigentes que trabajamos, tenemos conciencia de clase y tuvimos la suerte de encontrar a un abogado, Horacio Zamboni, él nos organizó mentalmente. Nosotros teníamos la necesidad de acceder a un salario digno, pero no sabíamos como.
Lo que hicimos fue desempolvar una ley de hace 50 o 60 años y que en los 70′ el Movimiento Obrero la utilizaba, conceptualizando y activando el Salario Mínimo Vital y Móvil en su discusión por convenios salariales. Esa base legal se les escapó a los gobiernos militares y al menemismo, esos fueron quienes más derechos le quitaron a los trabajadores. Nos organizamos, tuvimos una lucha, apelamos a esas herramientas olvidadas y la ganamos.
-¿Y cuando escuchás hoy a empresarios diciendo que los sindicatos frenan la generación de empleos, de teletrabajo, empleo decente o la flexibilización llegás a considerar que lo peor todavía no sucedió, incluyendo la pandemia?
-Mirá, el capitalismo ha avanzado y avanza en forma permanente con sus mecanismos. Considero incluso que el mecanismo más claro está en la batalla cultural, ni hablar de lo que vemos, escuchamos o leemos en los medios periodísticos.
Ellos, desde el capitalismo, están pensando permanentemente en cómo joder a los trabajadores. En cambio nosotros como clase dirigente no. Lo que hacemos es resistir desde nuestras convicciones, bancamos y nunca contraatacamos. Siempre estamos escuchando a los gobernantes o a los que integran desde el poder la clase patronal o los que la defienden contra viento y marea.
Ahora nunca decimos nuestra verdad como gremios, de eso no se habla, o se habla muy poco o sólo en algunos sectores. A nosotros no nos asustan porque hemos pasado cosas peores que estas, porque en los 90′ y en el 2000 trabajando en multinacionales la plata no nos alcanzaba.
Hasta que nos sentamos a pensar el conflicto de Dreyfus, allí comenzó todo, no habíamos podido avanzar en nada. Y si hablamos de la pandemia no somos ilusos, esto no va sensibilizar los corazones de los capitalistas o tipos malos, a ellos les chupa un huevo lo que le pasa a los trabajadores.
“Si hablamos de la pandemia no somos ilusos, esto no va sensibilizar los corazones de los capitalistas o los tipos malos. A ellos les chupa un huevo lo que le pasa a los trabajadores”
-En una de sus últimas canciones el Indio Solari asegura que “en la resistencia está todo el valor hidalgo de la vida”. ¿Lo compartís?
-En parte sí, la resistencia requiere muchísimo valor. Ahora no soy de los que resisten y nada más. Porque fijate que para contraatacar hay que tener el doble de valor y me parece que estamos en un momento donde el contraataque es una urgencia.
Pienso de esta manera y digo que los dirigentes sindicales no se tienen que meter en los partidos políticos. Necesitamos empoderar al Movimiento Obrero. Quedó demostrado que en 40 años de democracia no pudimos revertir lo que los milicos nos sacaron. Pasaron 40 años y seguimos pensando que, a través de la política vamos a mejorar la vida de los trabajadores, trabajadoras y habitantes de nuestro país. Y eso es mentira, no se dio ni se va a dar.
En la medida que nosotros no entendamos que nos falta una CGT fuerte y democracia sindical con organizaciones fuertes no vamos a poder enfrentar un núcleo que con capitalistas y políticos a favor de ellos son un frente cada vez es más grande y más fuerte.
Mientras algunos dirigentes sindicales pugnan por lograr un puesto en un partido político. ¿Y cuántos logran eso? No llegan al 1%, tenemos menos cupo que las mujeres en cuanto a representación gremial en la política. Ni siquiera está legislado que los sindicalistas deban tener participación política para defender a los trabajadores.
-¿Estarías de acuerdo con una ley para la representación sindical obligatoria en el Congreso?
-No, y no estoy de acuerdo con que un dirigente sindical se meta en política porque después esta lo termina absorbiendo. Te pregunto esto, muy simple: ¿un dirigente sindical en un partido político va a hacer lo que definan en esa fuerza o va a responder el mandato de los trabajadores?
No será extraño que a ese dirigente sindical le digan, ‘está todo bien con lo que proponés pero es una locura y no se puede hacer’. Por esos sostengo la necesidad de tener una CGT sólida, representada en aquellos dirigentes que tienen bien a sus representados, la historia cambiaría en beneficio de esos trabajadores.
-¿En política dónde estás posicionado y cómo es la convivencia en Aceiteros con quienes no comparten ese pensamiento?
-Los miembros del sindicato tienen libertad absoluta, incluso si alguno de ellos se mete en política yo no lo voy a cuestionar. Ahora mi pensamiento es que los dirigentes sindicales se tienen que dedicar a su organización. Nunca voy a sacar a un dirigente porque quiera intervenir en política, sobre todo porque a esos compañeros de conducción no los elijo yo, lo hacen los trabajadores.
En cuanto a mi postura personal diré que mi viejo militó 60 años en el peronismo y una de las cosas que él no puede entender es cómo en mi trabajo sindical yo nunca milité ni integré el peronismo. Ojo, no soy gorila, como tampoco participo en ninguna instancia en partido político alguno.
Ahora que sé cómo se solucionan los problemas de este país mucho más que muchísimos políticos, no tengo la menor duda. Hoy vemos a tipos que su militancia y trayectoria en los canales de televisión, hoy gravita más un “influencer”, ésos que dicen boludeces de todos los temas y todos los días, que un tipo que estudió, investigó desde la sociología u otras materias que cuenta con una trayectoria. Y eso es a consecuencia del lugar que les brindaron y brindan los partidos políticos.
No pasa por sumar personajes, “influencers” o artistas para ganar una elección, corresponde darles un lugar a quienes aún llegando desde el sector que fuera militan la política y procuran mejorar la sociedad con fundamentos y empatía real con la gente.
“Tengo muchos amigos ‘gorilas’ y conocidos muchos más todavía. Lo que pasa es que la campaña antiperonista ya lleva 40 años o más. Los resultados están a la vista, porque están los que adhieren a un sector, la derecha, donde en realidad los desprecian”
-Hablás del ejercicio y la valoración del pensamiento crítico.
Si, y ojo que no estoy en contra de toda esa gente que cayó con paracaídas en la política. Si de aquellos que los llevaron o los llevan y ahora se sorprenden o molestan porque el Dipy aparece en cuanto programa existe y tiene más voz o más espacio que quienes fueron legisladores, presidentes u otros cargos. Uno lo escucha al Dipy y parece que él tiene las soluciones a todos los problemas, pero en realidad él es una víctima del sistema no es culpable.
No milito en ninguna fuerza política, no voy a unidades básicas. Quizás por eso estoy afuera de la rosca sindical. Hablo de la que funciona según a quiénes apoyan dentro del aparato político los dirigentes gremiales.
-¿Y cuántas veces te pasa que comentás este mismo enfoque y te dejan hablando solo, ya sea en tu casa, un asado, u otra reunión?
-Con mi familia suelo expresar mi pensamiento y allí nadie reacciona o me provoca. Ahora donde más difícil se me hace es con mis amigos, ahí sí discutimos de política.
-¿Tenés amigos gorilas?
-Sí, claro. Muchos y conocidos muchos más todavía. (sonrisas) Lo que pasa es que la campaña antiperonista ya lleva 40 años o más. Los resultados están a la vista, porque hoy están los que adhieren a un sector liberal o de derecha donde en realidad los desprecian.
Ahora, con mis compañeros dirigentes siempre hablamos de política no hablamos de otras cosas y es lo que más me interesa. Porque hasta en un asado con los compañeros de la fábrica quiero que sepan cuál es mi pensamiento y me gusta que sea de esa manera, cara a cara.
-Te ofrecieron candidaturas…
-Alguna vez desde la Izquierda me dijeron que sería bueno que fuera diputado nacional por Santa Fé. Ahora como saben qué pienso de sindicalistas en política, no se acercan a ofrecerme nada. Siempre lo sostuve, cuando un dirigente sindical se acerca a una fuerza política lo perdemos.
-¿Te enojás cuando alguien habla de “sindicalistas” como adjetivo despreciativo?
-Humm, no. Mirá tuve la suerte de criarme con mi abuela. Ella tenía preso a su hijo por ser sindicalista, y al yerno, o sea a mi viejo, también preso por la misma razón. Mi abuela me decía “mirá como terminan los sindicalistas”. Así logré tener el cuero rústico desde muy chico.
Es más en el pueblo donde vivo, mucha gente se enteró que soy dirigente sindical en 2015, cuando salía en los medios por nuestro conflicto con el paro de 25 días. Y ya llevaba más de 20 años como dirigente gremial.
Muchas veces el hecho de decir a qué me dedico suele generar un prejuicio en el otro, entonces trato de brindarle mi punto de vista y después que se enteren que soy sindicalista.
Antes fui obrero, padecí todo lo que padecen la mayoría de los trabajadores, mi viejo fue dirigente también y arranqué de grande como sindicalista, tenía 26 años…
“¿Cómo suelo evaluar a los Gobiernos? Por la forma en la que tratan y tienen a los maestros. Cuando los destratan, no hace falta que me ofrezcan otras cosas, nada, ya está, tengo suficiente con eso
-¿Cuál es tu cable a tierra, momento o tu ritual, frente a tanta responsabilidad en tu gremio?
-Uhh, en realidad por estos días no lo puedo encontrar. Tengo un ritual como vos decís pero ahora hace frío y no lo puedo practicar: andar en moto. Ese es mi cable a tierra, me concentro tanto en no caerme de la moto, porque nunca fui ducho para andar ahí arriba (risas), que me olvido de todos los problemas que tengo.
Pensándolo bien, andar en moto es un relax individual y tengo otro de conjunto, ir a la isla con amigos. Más allá de que vamos a pescar y llevo mi caña pero no pesco nada me encanta, me agarró de grande, prender fuego y hacer el asado. Ojo, prender fuego donde esté permitido y no sea peligroso (risas).
-¿Y si tenés que expresar el momento más triste de tu trayectoria sindical?
-La muerte de algún compañero de fábrica por un accidente de trabajo…
-¿Qué meta te gustaría ver concretada para los trabajadores argentinos dentro de 3 años?
-La verdad es que no he hecho nada para mejorar la CGT. Lo digo en el sentido de que ir a ver y hablar con gente que tiene más espalda, que son más visibles y tienen más posibilidades para conformar la CGT. Si algo hice fue en esta organización, en Aceiteros y Desmotadores, fue tratar de dar el ejemplo respecto a lo que hay que hacer como dirigente para que los trabajadores estén bien.
Me gustaría en unos años irme con la conciencia tranquila de que logré algo, no pienso que soy un imprescindible como aconseja Bertolt Brecht. Me conformo con pensar que soy un buen hombre y esa es mi trayectoria. Tuve momentos muy difíciles y también un presente, dentro de la Federación de Aceiteros, muy bueno.
Ahora mi legado no tiene que ser lograr buenos sueldos, en base a negociar desde el Salario Mínimo Vital y Móvil real. Se trata de que los dirigentes sindicales de este gremio sepan cómo defender a sus compañeros. Porque si me voy o nos vamos junto a mis compañeros de conducción y quienes nos suceden no entendieron cómo es esta defensa y cuáles son las herramientas para hacerlo sería una gran frustración. Lo relevante es dejar un legado cultural, no un legado económico.
-Esta conducción de Aceiteros tiene valoración federal, lo constatamos en San Luis y otras provincias, también desde los Movimientos Sociales. ¿Esto reconforta de manera especial?
-Claro que sí, esa gratitud siempre es una caricia en la vida. Ahora, si hay algo que me reconforta sobremanera es cuando los trabajadores entienden y comparten lo que estamos peleando. Porque allí está la batalla cultural que estamos ganando. Cuando un tipo dice: ‘nosotros estamos peleando en base al Salario Vital y Mínimo Real porque eso establece que podamos afrontar las necesidades que tenemos como trabajadores y en base a la ley’.
Cuando esa gente percibe el dinero que le corresponde y lo utiliza dentro de lo que marca la Ley de Contrato de Trabajo y el artículo 14 bis de la Constitucional, ése es el momento más reconfortante para mí como dirigente sindical.
-¿Incluso con el valor agregado de que ése o ésos trabajadores/trabajadoras compartan la dinámica de lucha aún no compartiendo una convicción política?
-Claro, no busco que coincidan en política conmigo. Estoy convencido de que más allá de quién o quiénes gobiernen, nuestra misión es pelear por la clase trabajadora.
“Uno lo escucha al Dipy y parece que él tiene las soluciones a todos los problemas, pero en realidad él es una víctima del sistema no es culpable”
-¿Qué me podés decir del Presidente Alberto Fernández y la vice, Cristina Fernández?
-Me cuesta hablar de Alberto sobre todo cuando uno no tiene la responsabilidad del Presidente ante tanta gente en una situación como esta pandemia. De hecho respeto a los gobernantes más allá de que pueda pelearlos o no estar de acuerdo con ellos. Incluso creo que no vamos a poder evaluarlo en rigor de la Crisis Covid-19, porque eso es muy difícil.
Ahora, ¿cómo suelo medir a los Gobiernos? Por la forma en la que tratan y tienen a los maestros. Cuando los destratan, no hace falta que me ofrezcan otras cosas, nada, ya está. Tengo suficiente con eso, porque los maestros tienen que estar bien pagos, tranquilos para poder pensar y dedicarse a su labor y educar a nuestros hijos, que son el futuro del país. Si no entienden eso, bueno no me expliquen o intenten explicar nada.
Diré que tengo la sensación de que Alberto es muy riguroso con los trabajadores y muy blando con los empresarios, al revés que Cristina…
-¿Podés ampliar el concepto?
Cristina era muy dura con los empresarios. Hablo de dureza considerando que no es sencillo hablar de esa actitud frente al capitalismo, incluso porque siendo gobernante dependés de la plata que ellos te puedan acercar a vos para tu gestión. Y creo que Cristina es de las mejores dirigentes políticas de nuestro país, le lleva una enorme ventaja a todos.
No veo un político que tenga su sabiduría, su inteligencia y pragmatismo, porque además es mujer. Y ahí creo que radica uno de sus mayores problemas: Paga caro como mujer tener tanta capacidad.
-Incluso frente al Movimiento Obrero.
-Si, los sindicalistas suelen decir ‘puedo pelearme con cualquiera pero no discutir con una mujer’. La brecha, suelo decirle brecha a la grieta, se originó con Cristina. Y esa brecha/grieta en la Argentina suele agrandarse con quienes más beneficios les brindan a la clase trabajadora. Incluso les molesta a algunos trabajadores que no se toman el trabajo de leer nuestra Constitución.
Ahora el fenómeno es todavía mayor, porque hay muchas mujeres que no admiten que otra pueda tener tanto poder como Cristina. Y lo digo viniendo de una generación machista, lo digo tratando de aggiornarme, aquí en el sindicato incluso me ayudan a eso.
Si algo me impacta es el movimiento feminista. También debo decir que cuando a Cristina la defenestran, con los peores insultos o descalificaciones, ese movimiento feminista no sale a defenderla. Salvo las que están dentro del peronismo o el kirchnerismo. Y mirá que le dijeron y le dedican un montón de barbaridades a la Vicepresidenta.
No pensamos que por ese tipo de estigmatizaciones ya perdimos en nuestra historia a muchísimos compañeros y compañeras que se proponían el bienestar de muchos.