Los choferes de la convulsionada Línea 60 denunciaron que en horas de la madrugada del pasado domingo 21 de mayo, dos individuos ingresaron en la vivienda del delegado Javier Esponda, en el barrio de Rafael Calzada. En la casa, donde dormía el trabajador junto a su esposa e hijos, prendieron fuego la ventana de uno de los dormitorios y se marcharon sin haber robado nada.
La situación tomó estado público porque los atacantes fueron vistos mientras se retiraban por un grupo de vecinos, quienes alertaron de los sucedido y ayudaron a controlar el incendio.
«Si bien, hasta la fecha, no se pudo determinar el origen del ataque, es preciso recordar que hechos similares le han ocurrido a otros delegados de la Línea 60», sostuvieron los trabajadores en un comunicado de prensa.
«A Nestor Marcolin le prendieron fuego su automóvil en la puerta de su domicilio; lo mismo le sucedió a Hector Caceres. El ex delegado Daniel Farella sufrió la violación de su hogar, cuando un grupo de patoteros destruyó las instalaciones y maniató a su nieta que se encontraba dentro de la vivienda. Por si fuera poco, dentro de la cabecera, hemos sufrido el amedrentamiento de barras bravas armados del club Nueva Chicago», recordaron.
«Este hecho, a su vez, se encuadra dentro de una embestida del Grupo DOTA contra los trabajadores de la Línea 60. Luego del crimen de nuestro compañero David Ramallo, los directivos de DOTA han recrudecido su hostigamiento contra la organización sindical: despidiendo a 10 choferes, suspendiendo a otros 19 y judicializando, de manera ridícula e irresponsable, a los compañeros que defienden sus derechos», añadieron.
«El Cuerpo de Delegados y los trabajadores de la Línea 60 repudiamos el cobarde ataque contra la vivienda de nuestro delegado Javier Esponda. Nos solidarizamos con él y su familia, acompañándolos en todas las instancias necesarias para dar con los responsables del hecho», concluyeron.