(por pablo cano) El enorme Alfredo Zitarrosa puso alguna vez en armonía de canción una frase del saber popular («el árbol crece desde el pie») que debería de escuchar mas de un dirigente gremial en estas horas para resfrescar las formas e ideas sobre las cuales se construye representación popular.
Mas allá que las nuevas formas de comunicación se impregnan en la vida cotidiana, no deja de ser expresivo de lo lábil de estos tiempos del movimiento obrero que su última crisis haya tomado estado público a través de una cuenta de twitter, pero lo hecho por el «barba» Gutiérrez no es más que la materialización de la degradación que vive la CGT por culpas casi exclusiva de su dirigencia. El intento final de construir poder a partir de un ordenamiento de la corporación -que otra cosa fue, sino, el amañado Triunvirato formado por delegados de los que realmente llevan (o llevaban) la sartén por el mango- terminó el día de ayer luego del mayor fracaso político que se le recuerde a la CGT desde el regreso a la democracia. Efectivamente, sólo porque el discurso de los grandes medios está haciendo eje sobre «violentos que rompen plazas y pegan a la policía» está pasando de largo que un paro convocado por la conducción de la Confederación fue desgranándose a tal punto que ni siquiera precisó de alguna afirmación oficial u oficiosa sobre el grado de acatamiento. Y no salva a ninguno de los que abrevan en la CGT el hecho de haber sacado el culo a la jeringa con aviso (Lingieri, Fernández) o haciendo mutis por el foro (Moyano), todos van a pagar esta cuenta en la cual Macri acaba de caer y debería ser una de las pocas alegrías que le dejan estos días de desasosiego político: no es al peronismo, ni a los gobernadores, ni a la izquierda ni al cristinismo a los que tiene a tiro de gracia, es a la CGT.
La soberbia de la dirigencia de la corporación sindical sumado a su error en la conceptualización del proceso político que atraviesa el país los hizo desbarrancar en menos de 12 meses desde el lugar de ser «la oposición responsable» y «la columna vertebral» de la reconstrucción del Peronismo a este páramo de desconcierto en el cual nadie sabe nada, ninguno conduce a nadie y todos desconfían de todos. El repliegue sobre sus propios sindicatos y/o nichos de poder puede ser el último error de una generación de dirigentes que empezó a morir en estos días. Schmid, Acuña y Daer pagarán con el escarnio público el ostracismo que golpea a sus puertas, esto pese a que aquellos que fatigan los pasillos del Triunvirato creen que el dirigente de la Sanidad todavía tiene una vuelta de rosca más por el peso de su sindicato, sus condiciones naturales y algo de carrera por recorrer en la Federación de Sanidad. El resto de los dirigentes que acompañaron este tiempo están a las vísperas de la mayor tragedia que la vida gremial les puede deparar…salir por última vez de su sindicato caminando…y desear que no sea esposado.
Las enormes movilizaciones convocadas por la urgencia política de la sanción de una ley que una amplia mayoría popular vislumbró como depredadora de sus derechos (sobre todo la del lunes que fue mas numerosa en gente con el valor agregado de todos aquellos que fueron ya sabían de la ferocidad de la represión preparada) demuestran que aquello que toca la fibra de las bases va mucho más allá que la convocatoria formal de sus dirigentes. Pese al entusiasmo con que fue contada, la movilización al Parlamento cuando el Senado trató la reforma previsional organizada por el «frente combativo» -las CTA, la Corriente Federal y Camioneros, a lo que se sumó en la calle el clasismo- fue empequeñecida por lo que sucedió en la Plaza Congreso este lunes, a lo que debe agregarse que en esta última plaza (y en varios cacerolazos sucedidos esa noche) se escuchó masivamente la consigna «unidad de los trabajadores y al que no le gusta…». Los trabajadores, los laburantes, los jubilados, la juventud, los setentistas, las organizaciones sociales, los peronistas, la izquierda, los votantes del Pro desencantados han dado muestra de una vitalidad que el feroz seguimiento de la opinión pública que efectúa el aparato de Marcos Peña no pudo prever…esto pasa porque están mirando por arriba, y -como dice la canción- el árbol crece desde el pie.
La CGT que se va se despidió por twitter, la CGT que viene estuvo el lunes en la Plaza. La historia del campo popular se sigue escribiendo en las calles.