Los últimos meses de exposición pública de Jorge Triaca, post «Sandra Heredia Gate», provocaron un fuerte desgaste en la gestión del ministro de Trabajo. Con la peor imagen entre los funcionarios del gabinete nacional en todas las mediciones de opinión, y varios puentes rotos con los gremialistas, el líder de la cartera laboral busca oxigenarse.
Su debilidad quedó demostrada desde que puso su renuncia a consideración del Presidente, en febrero, hasta el pasado viernes en el que Marcos Peña y Fernando De Andreis tuvieron que ponerse a su lado para que la cúpula de la CGT responda al llamado del Gobierno.
En ese contexto de debilidad, Triaca resolvió cerrar las decisiones en su círculo más íntimo. Por ello pactó la salida del secretario de Atención al Ciudadana, Lucas Fernandez Aparicio, un hombre del PRO, cercano a los gremios del transporte y de confianza de Guillermo Dietrich. Además le dio salida al director de Relaciones y Regulaciones del Trabajo, Adolfo Saglio Zamudio, un ex kirchnerista pintado de amarillo.
Aunque el cambio, con los lugares que gana en la estructura, parece una victoria y un empoderamiento del ministro en el corto plazo, podría ser parte de un proceso gradual de final incierto. Es que no son pocos los que hablan de renovación en el gabinete de Macri, en medio de la crisis económica.
Por lo pronto Fernandez Aparicio dejó en la cartera la gente que desembarcó con él y se reagrupa en el Ministerio de Transporte, donde nunca dejó de ocupar un lugar clave en la relación con los gremios de la actividad bajo el ala de Dietrich.