Marcelo Mindlin es empresario favorito del Gobierno. Desde que Mauricio Macri llegó al poder sus empresas crecieron e incluso diversificó sus negocios. Por ejemplo compró, con venia oficial, la constructora del primo del presidente y se instaló definitivamente como el zar de la energía.
Y hablando de energía, Pampa Energía es su firma emblema. Una poderosa firma que ganó millones en base a la suba de tarifas y que tiene inversiones en varias ramas de la economía vernácula.
Una de ellas es la plástica. Posee un predio en Zárate, en uno de los polos industriales más grandes del país, con dos plantas en las que se encarga de producir poliestireno en dos grados: de uso general (GPPS) y de alto impacto (HIPS), y poliestireno biorientado (estirado en dos direcciones) que se comercializa en bobinas.
Según la propia web de Pampa Energía, «Pampa es el único productor integrado de poliestireno a nivel nacional, con una capacidad de producción de 65 mil toneladas al año». Tiene casi la totalidad del mercado y su facturación en multimillonario.
En los últimos meses, sin embargo, resolvió iniciar un proceso de ajuste, amparado en la caída de las ventas en el mercado interno. Para eso presentó un Procedimiento Preventivo de Crísis (PPC) que se aprobó en cuestión de días y lanzó un plan de retiros voluntarios. Consiguió reducir, así, unos 22 puestos de trabajo, sobre un total de 130.
Pero eso no alcanzó para el plan de reestructuración. Por ello el 4 de julio 15 empleados fueron impedidos de ingresar a trabajar. Estaban despedidos y, amparado en el PPC, Pampa les ofrecía como salida el 50% de las indemnizaciones. Desde ese día, hace casi un mes, los empleados acampan en la puerta reclamando reincorporaciones y las plantas están paralizadas.
El paso del tiempo generó que un conjunto de los despedidos, agotados, se sentaran a negociar su «retiro». En ese momento los representantes de Mindlin les informaron que estaban dispuestos a pagarles el 100% de las indemnizaciones, sólo si los que se quedaban trabajando aceptaban flexibilizar el convenio colectivo de trabajo firmado con el Sindicato Químico y Petroquímico.
Concretamente lo que Pampa busca es que los empleados acepten la multitarea, la eliminación de beneficios salariales de horas adicionales y horas de descanso, entre otras conquistas laborales. Algo así como una reforma laboral de hecho, a cambio de pagar las indemnizaciones.