Si algo queda claro en la realidad sindical que se vive en el país, es que la fragmentación es muy importante. Con cinco centrales obreras y varias corrientes internas en cada una de ellas que constantemente amenazan con volver a fracturarlas, se hace difícil pensar en un futuro de unidad. En ese contexto llegó el impacto 18F.
Es que la marcha convocada por un grupo de fiscales caló hondo entre los dirigentes gremiales y las posturas fueron encontradas. Algunos se sumaron, otros quisieron organizarla, pero también hubo repudios y denuncias.
Los primeros que se lanzaron de lleno al 18F fueron los dirigentes de la CGT Azopardo. En un primer momento en silencio propusieron aportar la logística para sostener una movilización multitudinaria. Finalmente fue Julio Piumato, líder de los empleados judiciales (UEJN) uno de los convocantes y hasta logró la foto con los fiscales para sumar algún poroto.
Más tarde la CGT Azopardo en su conjunto con la firma del Hugo Moyano emitió un comunicado expresando su apoyo a la movilización. Sostuvieron que convocarán y que participarán en silencio y sin banderas gremiales.
La colaboración de Moyano podrá traducirse en recursos, logística y asistentes a la marcha que se hará desde el Congreso hasta la sede de la fiscalía especial de investigación del atentado contra la AMIA, frente a la Plaza de Mayo, que ocupó hasta su muerte Alberto Nisman.
Piumato también será responsable de la logística y el cotillón para la movilización que irá del Congreso a la UFI-AMIA. “Vos estuviste ahí, contra el ajuste y el avasallamiento a la justicia, el #18F tenés que estar defiendo y exigiendo una justicia independiente”, dicen los afiches de Piumato.
Otro que se sumó, como era de esperarse, fue el gastronómico Luis Barrionuevo. A medida que la marcha iba tomando tono opositor «Bandeja» se fue entusiasmando y terminó por mandar la adhesión de su CGT Azul y Blanca.
El armado de dirigentes opositores que, entre otras cosas, suelen convocar las medidas de fuerza cuenta siempre en primera fila con Pablo Micheli. Sin embargo, a pesar de su enfrentamiento con el Gobierno Nacional, la CTA Autónoma que comanda Micheli decidió no adherir y no participar de la convocatoria.
Para los ceteístas rebeldes la marcha de esta tarde se partidizó y hay muchos que buscan sacar rédito político de ella. «No vamos a marchar con quienes son parte del problema» remarcó Micheli.
Además, el jefe de la CTA fue contundente en torno a las diferencias con quienes fueran parte de su estrategia: «Con Moyano y Barrionuevo tenemos diferencias importantes. Cuando nos unimos a la lucha no fue con ellos sino con un interés en común como el trabajador».
Más esperable fue el repudio a la movilización de la CTA de los Trabajadores que lidera Hugo Yasky. La central emitió un comunicado explicando que no adhiere ni comparte la marcha de esta tarde y, por lo tanto, no asistirá.
Yasky, uno de los dirigentes más cercanos ideológicamente a la Rosada, además criticó a los fiscales que encabezarán la marcha y sostuvo que no tienen altura para ser los catadores de la moral del país.
Aunque sin muchas posturas públicas y con más silencio que palabras, la CGT oficialista de Antonio Caló tampoco se sumará al 18F. Los dirigentes que la componen prefirieron bajar el perfil y no dar declaraciones altisonantes. Sin embargo, salvo los referentes del massismo que se encuentran enrolados en ese espacio, no concurrirán a la marcha y darán otro respaldo al gobierno nacional.
Fue Hernan Escudero dirigente de la Juventud Sindical Peronista de esa central quien el viernes en declaraciones a InfoGremiales expresara: «la búsqueda de la verdad no puede ser manipulada por intereses oportunistas».
El 18F obligó al fragmentado mundo sindical a mostrar, una vez, sus diferencias. Algunas posiciones fueron previsibles y otras sorprendentes. Lo que queda claro es que más allá de las charlas para la unidad, las diferencias en el movimiento obrero son abismales.