Nadia Emilse Minghetti fue la maestra que le había escrito una dura carta a María Eugenia Vidal por el cierre de las escuelas del Delta, y que se viralizó en las redes sociales hasta llegar a los medios de comunicación.
Después de aquel descargo público, que tuvo mucho rebote, y en el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, le llegó a la docente una carta documento: la despidieron.
El telegrama de despido se hizo público y allí se expresa que la dan «de baja por motivos de mención exordial» y lleva la firma de Sergio Szlapak, el secretario de Recursos Humanos de Vicente López, municipio liderado por el primo del presidente, Jorge Macri.
La carta que le costó el despido a Nadia es la siguiente:
“Si sos gobernadora, ganás mas de 500 mil pesos por mes y estás harta que los docentes hagan paro podés renunciar a tu cargo, estudiar durante cuatro o cinco años, aprobar todas las materias para recibirte de maestra o profesora y una vez que estés habilitada para ejercer dar el ejemplo.
Agachar la cabeza y no parar nunca por más que te paguen un sueldo miserable, traicionar a tus colegas que luchan para lograr mejoras en las condiciones de trabajo y no adherir jamas a ninguna medida de protesta.
Bancarte sin inmutarte después de trabajar 8 o 12 horas en el noble oficio de la enseñanza que cuando prendas la tele altos funcionarios y periodistas famosos con sueldos millonarios se refieran a vos con desprecio, falta de respeto y estigmatización.
Que cuando vayas a comprar algo a un comercio el dueño del local (que aprendió a leer y escribir gracias a un maestro) influenciado e idiotizado por los medios te haga un comentario hiriente con sorna repitiendo lugares comunes instalados tendenciosamente desde la radio, la tele y los diarios.
Bancarte,por ejemplo, hacer dedo en la ruta para llegar a dar clases en una escuela rural y ver las confortables camionetas último modelo de los sojeros pasar sin que se dignen a detenerse y llevarte. O que esa escuela rural donde vas y ponés el cuerpo y alma para enseñarle a esos niños alejados de los centros urbanos cierre porque dicen que hay que reducir gastos.
Si realmente tiene vocación de servicio, señora gobernadora, en vez de vivir en una base militar podría mudarse a un barrio común y con un escaso sueldo docente sacrificar más de la mitad de sus ingresos en pagar la luz, el gas, alquiler y demás impuestos.
Después, con el poco de dinero que le quede afrontar el resto de los gastos necesarios para vivir y darse maña para apartar un porcentaje para comprar materiales didácticos que necesita para ejercer su profesión.
Le advierto que nuestra labor no se reduce solo a enseñar los contenidos específicos que están detallados en los diseños curriculares. Tendrá que lidiar diaramente el el aula con las falencias e inoperancias de distintas áreas gubernamentales.
Contener a los niños y protegerlos de innumerables violencias sociales de las que son víctimas: Pobreza/desocupación de sus padres/ inseguridad/ drogas/ abusos/ marginalidad/ enfermedades.
Finalmente debo confesarle que a los docentes nos da mucha tristeza escuchar críticas falaces e infundades hechas por personas que huirían despavoridas si tuvieran que estar solo un día al frente de un aula con todas las complejidades que esto representa.
Así que si no le da el valor para ponerse un guardapolvo y ejercer nuestro noble oficio por lo menos le pedimos respeto”.