Si hay un mundo que ha sido marcado a fuego por la elección de Jorge Bergoglio como Papa, ese es el mundo sindical. Los dirigentes gremiales de todas las centrales sindicales peregrinaron, uno tras otro, para saludar a Francisco y fotografiarse con lo que denominaron como «El Papa peronista».
Esa devoción se convirtió casi en una obsesión entre los gremialistas que disputan por ser el preferido de Francisco. Y así como le ponen su nombre a radios, o le hacen estatuas, quieren cumplir con cada uno de los pedidos al pie de la letra.
Desde hace un tiempo circula, sin confirmación, que la unidad sindical es una de las premisas del Papa ante cada uno de los dirigentes que se acercan al Vaticano. Importantes fuentes sindicales le contaron ayer a InfoGremiales que el reclamo papal es cierto y que las conversaciones entre los gremialistas se profundizaron desde entonces.
Además, la idea de los sindicalistas es cumplir con otra de las metas que llega desde la Santa Sede y es garantizar las paz social. Es por ello que, según comentaron gremialistas de peso a este medio, estarían dispuestos a reunirse con el Gobierno Nacional para llegar a un punto de acuerdo y estrechar los lazos.
De hecho, las mismas fuentes remarcaban el poco entusiasmo que puso el propio Hugo Moyano para sumarse al paro de transporte y las ganas de cajonear el plan de lucha, con acuerdos mínimos, a la espera de lo que será un cambio de gobierno.
Claro que el hecho de construir la tan mentada unidad sindical tendría otros propósitos. Por un lado demostrar fortaleza ante el nuevo liderazgo y por otro tratar de mancomunar esfuerzos ante lo que temen será una avanzada del poder judicial sobre varios de los dirigentes que hoy están en la mira.
Las causas abiertas a dirigentes de peso cegetistas son múltiples y temen que con el impulso de un nuevo gobierno puedan caerles varias facturas que fueron juntando en estos años. Además, un poco de «limpieza» en las cabezas del mundo gremial sería bien visto por la sociedad por lo que no sólo sería temor a la justicia, sino también al poder político.
La Santa Unidad Sindical ya está en marcha y será en gran parte una estrategia defensiva.