“Si no tenemos respuestas el próximo martes, el jueves hacemos un paro nacional”, anunció el miércoles Hugo Antonio Moyano, en medio de una protesta de Camioneros que tuvo importante cobertura mediática y a los minutos rebotó con letra catástrofe en todos los portales.
La jugada del ex titular de la CGT Azopardo terminó calando hondo en la interna y como mensaje hacia el Gobierno, y fue interpretada en dos sentidos. Por un lado, el Gobierno aprovechó para volver a subirse al ring a pelear con uno de sus enemigos predilectos. Cambiemos lanzó una batería de respuestas a sus declaraciones, que incluyeron hasta un pronunciamiento desde Ginebra del ministro de Trabajo, Jorge Triaca, que lo calificó de mafioso.
Por otro lado, causó malestar entre varios de sus pares, más precisamente entre los Gordos y los Independientes (aunque hubo algunos otros que lo dijeron por lo bajo), que sintieron que les volvió a marcar la cancha. «Lo que anunció Moyano corre por cuenta de Moyano», repitieron ante cada pregunta, con obvia incomodidad.
Tan claro fue que la mesa chica de la CGT buscó tomar distancia del Camionero que hasta desactivó la conferencia de prensa luego de la reunión de Consejo Directivo. Porque era difícil explicar la postergación de la decisión respecto de la medida de fuerza, pero era más difícil explicarlo cuando Moyano ya había lanzado un paro y los había expuesto.
El compás de espera al que entró la CGT, incluso aunque anuncie finalmente un paro general, terminó plasmando, entonces, una mancomunión de intereses de hecho entre el Gobierno y algunos de los actores de Azopardo: aislar a Moyano para tratar de erosionarlo. Adicionalmente los funcionarios de Macri consiguieron un segundo propósito, para nada menor en un contexto complejo: evitaron que la presentación del acuerdo con el FMI comparta la tapa de los diarios con el anuncio de una huelga general de la central mayoritaria.
Hasta ahora Hugo Antonio logró salir inmune ante cada una de estas encrucijadas tejidas por el oficialismo y por parte de sus «compañeros». Colmó la 9 de Julio el #21F, en un acto del que se bajaron casi todos sus pares cegetistas luego de amagar con acompañarlo, y volvió a encabezar una protesta multitudinaria el 25 de mayo, en otra movilización a la que le dio la espalda la gran mayoría del Consejo Directivo de la CGT.
¿Las mil vidas gremiales de Moyano todavía dan para más sorpresas? Algunos abren la posibilidad de que los sindicatos que orbitan alrededor del camionero se reúnan en las próximas horas con la intención de encarar alguna medida de fuerza por fuera de la CGT. Es una hipótesis de máxima, pero hay llamados en ese sentido.
Es muy probable que el martes sí la CGT resuelva ir a un paro general antes de fin de mes. La presión de las bases se siente. También la de las regionales que se pronunciaron unánimemente por la huelga. El pliego presentado al Gobierno como condición para desactivar la protesta es inconcebible para la gestión Cambiemos, por lo que la respuesta es obvia. Sin el factor Moyano, podrían definir una fecha que para la segunda quincena de junio. Lo que les costará más trabajo es quitarse de encima la sombra del Camionero que, adentro o afuera de Azopardo, los sigue mostrando entumecidos y con poca capacidad de interpretación de las demandas sociales.