Sobre un total de catorce ramas de actividad del sector privado que releva el Sistema Integral Previsional Argentino (SIPA) de la AFIP y difundió el Ministerio de Trabajo, once mostraron en junio una pérdida de puestos de trabajo con relación al mes de mayo. Sólo en ese mes las empresas privadas destruyeron en forma neta 26.800 empleos registrados que, de manera desestacionalizada, equivalen a poco más de 13 mil. De ese total 7.800 corresponden a la industria manufacturera y 4.700 al sector de la Construcción.
En el acumulado de los primeros seis meses de 2018 y tomando en cuenta el conjunto de los trabajadores registrados (empleados públicos, asalariados privados, monotributistas, autónomos y empleados en casas particulares), el informe da cuenta de una pérdida de 106 mil puestos de trabajo entre junio de 2018 y los de diciembre de 2017.
La caída es el resultado de seis meses consecutivos de saldo negativo que se concentran especialmente en el sector privado. De hecho, sólo en el mes de junio se perdieron 18.300 puestos en ese sector que fueron parcialmente compensados por las 5.200 altas de monotributistas y las 4.300 registraciones de trabajadores en casas particulares (presuntamente contratados en negro previamente). Un dato novedoso fue la pérdida de 9.400 empleos registrados como monotributistas sociales.
Por otro lado, según el propio informe originado en datos del SIPA, el salario promedio de los trabajadores del sector privado en junio creció un 23,9% con relación al mismo mes del año pasado que, tomando en cuenta una variación de precios interanual de un 29,5% arroja un relego de 4,3%.
Para el caso de la mediana del salario (el valor en el que el universo de los asalariados se divide por mitades), la pérdida del poder adquisitivo acumuló un 3,3% algo que para los técnicos designados por la cartera laboral para informar los datos sería un indicador de una “mejora en la distribución del ingreso”.
En la reunión con la prensa también se dieron a conocer los datos que surgen de la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) y que dio como resultado un leve repunte en las perspectivas de los empresarios a la hora de contratar trabajadores en los próximos meses con relación a lo declarado un mes atrás. La expectativa neta de empleo para los próximos tres meses (basado en un relevamiento realizado entre el 1 y el 20 de agosto) arroja un valor del 1,6% cuando un mes atrás había sido de un 1%.
El cambio de tendencia, sin embargo, parece imperceptible a la luz del derrumbe del indicador que dos meses atrás se ubicaba entre los 3 y 4 puntos y en abril rozaba el 6%. Según la propia cartera, de hecho, entre 3 y 6 puntos indican un cuadro de estabilidad laboral. Estos resultados, por lo tanto dan cuenta de una persistencia en una situación de inestabilidad en el mercado laboral.
La misma encuesta, de hecho, releva también los cambios efectivamente ocurridos en las dotaciones de las empresas durante el mes de julio que indican un retroceso del 0,2% por el diferencial entre la denominada tasa de entrada (altas) y tasa de salida (bajas). En la totalidad de los aglomerados relevados las variaciones fueron negativas y, si bien las atas de salida no han sido especialmente altas, se destaca una moderación de la tasa de entrada que, de conjunto, se ubicó en un 1,6%, por debajo del piso del 2% que es señal de un cuadro de estabilidad en la creación de empleo.