En una sorpresiva cumbre en la Casa Rosada con agenda abierta y con poco para informar, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, recibieron a una delegación de la denominada mesa chica de la CGT. Allí buscaron tender puentes de diálogo con un objetivo concreto: contener el conflicto social, de cara a lo que imaginan será el peor semestre de la economía para Cambiemos.
Los funcionarios intentaron llevar tranquilidad a los gremialistas y garantizaron que no se frenará más la ya depreciada obra pública. Un parate mayor pondría en peligro unos 150.000 puestos de trabajo extra y, con el impacto de arrastre, sería una profundización de la recesión.
Atento a la pérdida de influencia de Triaca sobre los caciques gremiales, el oficialismo sentó en la mesa además de a Marcos Peña, al vicejefe de Gabinete, Mario Quintana, y al secretario general de la Presidencia, Fernando De Andreis. Incluso en algún momento se coqueteó con la presencia del propio Mauricio Macri, cosa que finalmente no se concretó.
La idea del encuentro fue volver a tener un cara a cara con los sectores de la CGT más propensos al diálogo. De hecho, dos de los principales pedidos de los funcionarios a los popes cegetista fue «responsabilidad» y «gobernabilidad». Incluso le solicitaron que eviten convocatorias a marchas y movilizaciones de cara a la llegada de otra comitiva del FMI la próxima semana.
La comitiva sindical estuvo integrada por dos miembros del triunvirato, Héctor Daer y Carlos Acuña, además de representantes del Consejo Directivo, como Gerardo Martínez, Omar Maturano, Roberto Fernandez, Armando Cavalieri, Andrés Rodríguez y José Luis Lingeri. Ningún representante del moyanismo. Ningún representante de la Corriente Federal de Trabajadores.
Con poco para ofrecer para contener el descontento y casi sin respuestas a la agenda concreta de reclamos, los funcionarios quedaron en mantener reuniones periódicas con la cúpula de la CGT para monitorear la actividad económica, el desarrollo de las negociaciones salariales (y las renegociaciones en curso) y la evolución del empleo.
Por su parte, el miembro restante del triunvirato, Juan Carlos Schmid, no puso asistir a Olivos porque se encontraba en Rosario y la reunión fue organizada de urgencia, horas antes de materializarse.