(Por Pablo Maradei) Este lunes, la Superintendencia de Servicios de Salud (SSS) publicó la Resolución 3284 que deja sin efecto el porcentaje que se quedaban las obras sociales por aquellos afiliados que se pasaban al sistema de prepagas. «El golpe es muy fuerte», aseguran palabras más, palabras menos los sindicalistas consultados para esta nota.
«Nadie se atrevió a tanto», definen algunos de los sindicalistas que miran la Resolución 3284, recientemente publicada en el Boletín Oficial. El pasado más cercano de querer encarar un desfinanciamiento de los sindicatos ocurrió durante la era Cambiemos: Mauricio Macri buscó fusionar obras sociales para que hubiera menos y con ello bajar sus costos internos, evitar mayor burocracia, ampliar las compras juntando varias entidades de salud; y buscar un sistema más saludable desde el punto de vista financiero.
De acuerdo a la recientemente normativa publicada «desde el 1° de diciembre todas las prepagas deberán estar inscriptas en el Registro de Agentes del Seguro de Salud (R.N.A.S.)»; de esta manera saltean la intermediación de las obras sociales sindicales que alcanzaban hasta un 8% de comisión del valor de traspaso de fondos por retenciones al afiliado más el aporte patronal.
Por las fuentes consultadas «la clave de la subsistencia estará dada por aquellos que tienen servicios propios»; es decir que cuentan con estructuras hospitalarias. Sigue: «Hay obras sociales que sí son un sello de goma y que esto las hará desaparecer y no habrá, por suerte, pérdida de empleos». Completa: «Pero sí hay obras sociales que la pelean y no tienen infraestructura y se verán obligadas a fusionarse para subsistir».
Sin embargo, la misma fuente aclara: «Las fusiones serán un segundo Nagasaki porque hay que ver cómo se implementa. Es decir: hay pacientes con patologías graves y caras; como así también hay sindicatos con mayores afiliados que otras; entonces ¿Quién define las fusiones? Todavía no se sabe mucho; sí se sabe que lo fundamental es golpear a los sindicatos».
Aunque el golpe es para todos, hay algunos que tienen obras sociales que son prestatarias de servicios por contar con hospitales e infraestructura propia. Como son: Comercio, UPCN, UOM, UOCRA, SANIDAD, OSPOCE, UTEDyC y la Obra Social de Petroleros. Hay más, pero son muchas más las que caerán. El universo es de unas 300 obras sociales.
La mirada desde la Superintendencia de Servicios de Salud
Un ex funcionario de la SSS durante gestiones anteriores explica a InfoGremiales: «El Gobierno actual, al igual que fue durante el macrismo, tiene en su cabeza que son muchas obras sociales; y la verdad que se guían de criterios sin fundamentos para atacarlas». Enumera:
– que si tienen menos de 10.000 afiliados no sirven.
– que si recibe muchos subsidios no es viable; el tema es que hay leyes que amparan dicho funcionamiento aunque las desconozcan.
– en las auditorías es un clásico cuestionar que las sedes de las obras sociales funcionan en dependencias del sindicato; ahora eso sirve para no pagar un alquiler por ejemplo.
– también en las auditorías no avalan que una obra social tenga muchas inversiones a corto plazo. Supongamos un monto, que si uno lo ve a simple vista parece alto, pero por ejemplo no se piensa en términos de si esa inversión son 1 o 2 recaudaciones mensuales. En un contexto actual de baja de empleo, y por lo tanto de aportantes, esa supuesta «sobre inversión» no sería tal pues es la reserva para estos casos.
Concluye la misma fuente: «La verdad que preocupa esta acción porque en ningún momento se plantea que va a pasar con la gente. Aquellas que puedan seguir no van a querer recibir el residuo de las bajas que se produzcan porque entre otras cosas habrá beneficiarios con patologías preexistentes que consumen muchos recursos».
-¿Cuántas serían las obras sociales que peligran su existencia?, consulta InfoGremiales.
– No hay un número, pero pareciera que ese número mágico es 100.
Otro experto de la SSS analiza para InfoGremiales la siguiente información. «Lo primero que hay que hacer es una autocrítica a cómo trabaja la Súper: nunca hubo un criterio dentro de la Superintendencia respecto a las condiciones de funcionamiento que tiene que tener una obra social; durante la mayoría de las gestiones estuvieron al mando más bien libres pensadores, que actuaban sin guía ni rumbo, que profesionales especializados».