Cerrado el acuerdo con La Cámpora, que lo ubica como candidato a presidente de la lista única presentada para las elecciones del Partido Justicialista en la Ciudad de Buenos Aires, Víctor Santa María busca re-energizar al peronismo porteño. Su objetivo, de cara a 2015, es que el PJ tenga chances reales de dar batalla por la ballena blanca del justicialismo: ganar la capital. Y si bien Santa María niega que vaya a ser el candidato a jefe de gobierno del peronismo unificado, al ser consultado aclara que «el destino dirá». Tampoco hay muchos contendientes a la vista, más bien escasean los aspirantes justicialistas (kirchneristas o no) con perspectivas serias de arrebatarle al PRO la jefatura de gobierno de la Capital.
Tras dos derrotas seguidas de Daniel Filmus, la cara progresista por excelencia del peronismo, el gobierno nacional parece ahora darle crédito a un pre-candidato menos puro. Porque Santa María cumple una doble función: cuenta con el aval kirchnerista, pero a la vez puede sumar apoyos de estructuras menos afines a la Presidenta Cristina Kirchner.
«Me llevo bien con los compañeros y las compañeras de La Cámpora. Creo que son un espacio político nuevo en la Argentina, justamente de la mano de Néstor y de Cristina. No es un espacio forzado, ellos se han ganado su lugar dentro de la política partidaria por su trabajo y su militancia», declaró recientemente Santa María, en una prueba de su cercanía con el kirchnerismo puro, aunque su presidenciable favorito sea Daniel Scioli.
Pero el capital político del líder del Sindicato Único de Trabajadores de Edificios de Renta y Horizontal excede su cintura y capacidad de ubicación pues puede garantizar presencia militante del SUTERH en las calles porteñas, algo que se pudo verificar durante el acto de apertura de sesiones ordinarias en Plaza de Mayo.
Por otro lado, Santa María entiende que la política -y sobre todo la metropolitana- también se juega en el terreno de los medios. Y en ese escenario invierte y mucho. El pasado domingo, por ejemplo, se lo pudo ver en medio de la transmisión Fútbol Para Todos mientras jugaban Boca Vs Argentinos Juniors, lo cual no ocurre por azar.
Su apuesta mediática incluye una página oficial propia y una activa presencia en redes sociales (Facebook y Twitter). Por si fuera poco, es dueño de un mini multimedios: es director del Grupo Octubre que gestiona la radio AM 750, Diario Z, Planeta Urbano y la revista Caras y Caretas de la que es el editor general. Este espectro en conjunto da indicios de los significativos recursos con los que cuenta el gremio, lo que también se evidencia en los recibos de sueldo de sus afiliados y en otros beneficios, como en los grandes gimnasios que copan la ciudad.
Su número dos en el PJ porteño será un histórico dirigente gremial, el ex fan menemista Andrés «El Centauro» Rodriguez, Secretario General de la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN).
Si bien Santa María integra la Comisión Directiva de la CGT oficial, entre las filas de la central que lidera Antonio Caló lo miran con recelo. Desconfían de su autonomía política y de su capcidad para armar juego propio. Su candidatura fue el producto de una fuerte alianza con La Cámpora y funcionarios de la primera línea oficialista (Mariano Recalde, Carlos Tomada, Juan Cabandié, Andrés “El cuervo” Larroque), aunque también tiene allegados que provienen de otras facciones peronistas. Tal es el caso de Nicolás Trotta, proveniente de la vieja guardia de Alberto Fernández y vinculado al gobernador salteño Juan Manuel Urtubey.
Trotta, un ex albertista y a su vez un ex jóven K, es el actual rector de otro de los bastiones de Santa María: la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), una movida audaz que lanzó el portero en 2012, y cuenta en su Consejo Directivo con consagrados académicos de simpatías nacionales y populares.
Además, el jefe de los porteros -o encargados de edificios, como él prefiere que los nombren- desde 2013 ocupa la videpresidencia del Consejo Económico y Social, un ente autárquico del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en el que comparte espacio con otros gremialistas como Gerardo Martinez.
Pero como es un hombre con diversos intereses y objetivos claros, Santa María también tiene un pie en el deporte, más específicamente en el fútbol, un trampolín utilizado normalmente para el salto a la política. Luego de intentar sin éxito quedarse con Comunicaciones, se hizo cargo del degradado Sportivo Barracas, un club que supo ser de élite y actualmente se encuentra vegetando en lo más bajo del fútbol argentino. La llegada del portero al Sportivo implicó una inyección de recursos y para Santa María el acceso a la presidencia de la Comisión Argentina de Deportes (CAD).
Con 48 años, Santa María ya cuenta con una larga carrera política que comenzó en el secundario hacia fines de la dictadura, siguiendo el ejemplo de su padre José Santa María. Se sumó a la renovación peronista de los ’80, y ya en 1989 accedió al Consejo Directivo de SUTERH. En 1999 asumió como legislador porteño por Nueva Dirigencia, el partido de «zapatitos blancos» Gustavo Béliz, pero renunció en 2001.
El futuro presidente del PJ porteño alineado con Cristina, cuenta con peso propio y una carrera ascendente versátil que no necesariamente lo ata de manera definitiva al universo kirchnerista porteño. Las incertidumbres sobre su futuro provienen de su juego político y de sus pares sindicales. La desconfianza y la esperanza lo colocan de cara a la carrera para el 2015 que veremos si está en condiciones de asumir.