El secretario general de la CGT Azul y Blanca, Luis Barrionuevo, volvió a hacer de las suyas. Con un exabrupto de los que acostumbra pronunciar, cuestionó este martes con dureza al ministro de Economía, Axel Kicillof, a quien calificó de «rusito», en el marco de una frase que adjudicó al jefe de Gabinete, Aníbal Fernández.
«Él [por Aníbal Fernández] recibió a la comisión de transporte y primero le comunicó a Caló diciéndole `los recibo protocolarmente, pero el rusito no tiene respuesta para lo que están planteando`», relató.
Cuando aludió al «rusito» se refirió al ministro de Economía, Axel Kicillof, utilizando una frase que, de acuerdo con el hilo de su conversación, habría pronunciado el funcionario en diálogo con el sindicalista Antonio Caló, de la CGT oficial.
Así, Kicillof no daría respuestas a los gremios sobre el impuesto a las Ganancias lo que justificaría una medida de fuerza mayor en el mediano plazo.
El mismo dirigente que tiempo atrás aseguró que “Kirchner era un avaro que se cagó muriendo» se mostró pesimista ante la posibilidad de que la Casa Rosada escuche los reclamos del sindicalismo. Y por ese motivo, anticipó que lanzarán a mediados de abril una huelga de 36 horas con movilización.
Más allá de sus bravuconadas verbales, el prontuario de “Bandeja” Barrionuevo es largo y ya suma casi 30 años con diferentes episodios.
El primer contacto del gastronómico con la justicia fue en 1975. Ese año fue obligado a devolver el mando de la Unión de Empleados Gastronómicos a su secretario general, Ramón Elorza tras 48 horas de usurpación de la sede central del gremio.
“Luisito” había asaltado a mano armada el sindicato como respuesta a la intervención decratada sobre su seccional – San Martín– por parte de la conducción nacional.
El segundo episodio, que quedó en la memoria colectiva por la brutalidad, fue cuando Barrionuevo quiso ser gobernador de Catamarca y ante la negativa de la justicia electoral por no cumplir con los requisitos se despachó con una quema de urnas.
Ese año lo impugnaron como candidato a gobernador de Catamarca y la justicia electoral lo inhabilitó. Su apelación llegó hasta la Corte Suprema, que confirmó a las instancias anteriores.
Además, recientemente el propio gastronómico confesó que lo que era un secreto a voces: que además de representante gremial de los mozos y empleados afines, era dueño de un coqueto restaurante de sushi.
Ahora, Barrionuevo le sumó una nueva faceta a su perfil de macho violento: una crítica con claro tufillo antisemita.