(Por Pablo Cano)Sobre la urgencia de las fotos vamos a tratar de trazar alguna película, un poco por la necesidad que hay de poner las cosas en perspectiva y otro poco porque siempre es necesario hacerle el justo reconocimiento al movimiento obrero que –aún en sus profundas contradicciones- es parte de la barricada de aguante frente al feroz avance de las políticas conservadoras y de ajuste.
Lo primero que se debe recordar es que la “infantería” que tuvo a mano el kirchnerismo cuando se profundizó el enfrentamiento con Clarín –a partir de la Resolución 125 en 2008- fue protagonizada por las diversas organizaciones obreras que se encuadraban en la CGT bajo la conducción de Hugo Moyano. Esto fue una definición política de la conducción que evidentemente caló tanto en la sociedad en general como en los trabajadores en particular y aquí debe entenderse que el primer desborde desde las bases institucionales del movimiento obrero en la gestión del Presidente Macri haya sido motorizado por el conflicto en la Gráfica AGR –del Grupo Clarín- que abarca a 300 laburantes y que –si bien tuvo los ribetes de efervescente violencia con que está reaccionando el gobierno a las protestas callejeras- es relativamente menor comparado con los 130000 puestos de trabajo perdidos el año pasado que oficialmente reconoce el propio gobierno de Cambiemos.
¿Porque sucede esto y mientras se escriben estas líneas 20000 trabajadores se movilizan de manera espontánea (la convocatoria fue aluvional y realizada con 24hs de anticipación)?, porque el espíritu de cuerpo de los trabajadores y gran parte de sus dirigentes entiende que los despidos, la represión y el apriete que lleva adelante la empresa de Héctor Magnetto cruza el límite de lo tolerable ya que es una empresa que no puede argumentar pérdida en sus balances ni falta de acompañamiento del Gobierno para sus múltiples kioscos, por lo que tales despidos son “lujos” del poderoso que recompone fuerzas y emite señales de avanzada que son a la vez maximización de márgenes de ganancias y avisos contundentes respecto de su poder y del poder de la corporación que expresa. El “nunca más” se traduce en nunca más un Estado que se desordene y reparte conforme un criterio distinto al tolerado.
Por otro lado, surge en la identificación de un “enemigo” claro –en este caso Clarín funge en la UIA, la Sociedad Rural, el complejo agroexportador, el sistema financiero y los CEOs en gestión-la memoria histórica que remite al lugar de la verdadera disputa política, la que se da para afuera del movimiento obrero respecto del modelo de país, el cual – si se quiere- puede ser reducido hoy a la diada “costos laborales vs. Derechos de los trabajadores”; así también para adentro del propio movimiento, se corporiza la tensión que casualmente había quedado expresada la semana pasada a partir del fuerte comunicado de la Corriente Federal de Trabajadores que marcó enfáticamente la cancha a la agenda de los Triunviros de cara al 2017.
En la lectura clásica uno podría haber pensado que el peso de los sindicatos enrolados en la corriente no parecía ser suficiente para torcer una agenda de declaraciones fuertes y acciones blandas que caracterizó a la conducción de la CGT el año pasado. Habrá que ver ahora, cuando se evidencia que la mecha se enciende fácil y que el reguero de pólvora no se sabe muy bien por dónde puede andar disperso que se piensa al respecto.