(Por Pablo Maradei) Lo que era vendido como una utopía laboral liberal entró en crisis. La caída de las cripto y su réplica en las fintech dejó en la calle cientos de trabajadores en las últimas semanas. Una sangría que expone la necesidad de la negociación colectiva.
En estos últimos días, las fintech argentinas replicaron lo que está pasando en el mundo: despidos de personal; no en dosis homeopáticas sino más bien a ritmo de hemorragia. Detalló en su tuit Ezequiel Tosco, secretario General de la Asociación Gremial de Computación (AGC): «Desde mayo @buenbit despidió a casi el 50% de sus trabajadores, 100. A fin de año los despidos no paran de crecer @TiendaNube 17, @uala_arg 53, @lemoncashapp 100, @Bitso 40, @kavak_ar 200, @etermax 40, y @_digitalhouse (@Mercadolibre y @Globant), 27».
Desde AGC señalaron a InfoGremiales: «Nosotros lo que decimos es que esto en parte es responsabilidad del Estado, que al no convocar a las paritarias y no firmar el Convenio Colectivo de Trabajo, lo que dejó a los trabajadores desamparados».
Especialistas en la materia consultados consideraron que «hubo una primera etapa de expansión en cuanto a contratación de personal vinculado a los start up seguidos de las implementaciones necesarias para insertarse en el mercado y hoy los resultados vienen por adecuarse a una etapa de estabilización en la que sobra personal; amén del contexto económico del país».
En el plano de las Aplicaciones de Delivery el panorama presenta otros ribetes: en este subsector no se habla de despidos de personal porque no hay vínculo laboral como se lo conoce sino que los trabajadores que circulan por la calle despachando pedidos por los que cobran una comisión y no están bajo convenio colectivo. Como dato a tener en cuenta en Argentina comparten el mercado argentino Rappi (76%) y Pedidos Ya (22%).
Para entender la dinámica de estas empresas, InfoGremiales accedió a un documento elaborado por Fundar que se llama «La gestión algorítmica del trabajo – Hacia un modelo de derechos para el trabajo en plataformas digitales» en el que se detallan distintas cuestiones vinculadas a lo que se conoce en la jerga como «la ética del algoritmo» aunque, obviamente, no tiene ninguna ética, y esto es como la programación de la Aplicación «elige» al repartidor; entre otras cuestiones.
– ¿Pero qué es un algoritmo?
Detallan desde Fundar: «Un algoritmo es una secuencia de pasos finitos que resuelve un problema o enunciado y permite a la plataforma extraer de los datos información valiosa sobre el proceso de compraventa realizado mediante su utilización. Esta información es utilizada para tomar decisiones sobre acciones futuras. Es precisamente allí donde reside el valor de la economía digital: en la transformación de los datos en información con capacidad predictiva a través de algoritmos».
Explica el dossier: «Estos procesos de gestión algorítmica buscan estandarizarse a nivel internacional, con el objetivo de alcanzar economías de escala en la programación y el procesamiento de datos, reduciendo costos a nivel local (Delivery Hero, 2020, p. 29). Así, la gestión algorítmica se impone en los procesos de marketing, venta, logística y entrega del producto, a partir de criterios internacionales que no necesariamente tienen en cuenta las necesidades y regulaciones locales». Y completa: «Las plataformas digitales, que introducen formas novedosas de organización del trabajo, están en la mira de legisladores, indicatos e investigadores, principalmente debido a las precariedades que imponen a las personas trabajadoras (…) es por eso que analizar, aprender y comprender las formas algorítmicas de asignación de tareas permite diseñar regulaciones inteligentes, que sirvan a mejorar las condiciones de trabajo a futuro».
Justamente la base de sustentación discursiva es que el trabajador elige cuándo trabajar y cuándo no conectarse para hacerlo, pero también es cierto que los repartidores tienen que trabajar 10 horas al día para que le rinda. Además, si el trabajador no trabaja una cantidad de horas suficiente, el algoritmo no lo elige; lo que se convierte en una rueda perversa.
Intentando regular esta situación «se destaca la propuesta de la Comisión Europea de una Directiva para mejorar las condiciones laborales de las personas que trabajan a través de plataformas digitales (Comisión Europea, 2021), que presenta tres objetivos, entre ellos «garantizar la equidad, la transparencia y la responsabilidad en la gestión algorítmica en el contexto del trabajo en plataforma».
Ante la poca transparencia «es posible inferir que los datos utilizados para asignar el pedido al repartidor son la ubicación, la cercanía al punto de retiro, la movilidad y el nivel o ranking de la persona trabajadora, su velocidad en las anteriores entregas de productos, el tiempo pasado sin recibir pedidos; o si prioriza a uno que está más cerca del punto de retiro, pero está en bici y termina eligiendo a otro más lejano pero que circula en moto; entre otros», detallan. A su vez «el costo más importante en términos de volumen es el asociado a la entrega de productos, ya que se trata de empresas de mano de obra intensiva; en ese sentido el 46% de los costos está constituido por el monto abonado a los repartidores«.
Y agregan: «Si bien las empresas de comercialización y reparto dan pérdida, estas no están asociadas a la actividad comercial en sí, sino a su agresiva estrategia de expansión en la búsqueda de monopolizar mercados y bajar costos mediante el mejoramiento de los algoritmos de gestión. Más aún, en realidad tienen mejores estructuras de costos y mayores márgenes de ganancias en la parte operativa que otros sectores comparables de la economía como el comercio y el transporte, que en muchos casos tienen trabajadores registrados».
En las plataformas de transporte, como Uber, Didi y Cabify, suelen utilizar sistemas asociados a la tarifa. Explican desde Fundar a este medio: «Estas plataformas tratan de optimizar en todo momento los montos cobrados a los clientes y aquellos que se abonan a los trabajadores. La tarifa es la variable objetivo que regula el mercado a fines de incentivar la demanda y la oferta según el horario, la ubicación y las condiciones climáticas, entre otros».