(Por Jorge Duarte @ludistas) Todas las semanas algún peso pesado del mundo sindical llega a Tucumán. Se muestra con Juan Manzur y mantiene el diálogo abierto. Se trata de una interlocución con el Gobierno Nacional, pero fundamentalmente de una apuesta al futuro cercano. Por su ascendencia y su manera descontracturada de relacionarse, algunos lo comparan con Menem.
«Compañero y amigo, Juan Manzur», abrió ayer Andrés Rodríguez su participación en un acto de campaña que tenía, justamente, como orador principal al Gobernador tucumano. El secretario Administrativo de la CGT y titular de UPCN pegó el faltazo a la firma de la reapertura de la paritaria estatal, que había apalabrado 24 horas antes de su partida, para hacer los 1250 km que separan a Buenos Aires de Tucumán.
La visita de Rodríguez a la Provincia no es un hecho aislado. Sólo 24 horas antes Manzur había recibido al titular nacional de los peones rurales de la UATRE, José Voytenco, y hace poco más de 10 días hizo lo propio con el líder de los bancarios, principal referente de la Corriente Federal de Trabajadores y precandidato a diputado nacional por la Provincia de Buenos Aires, Sergio Palazzo.
«Vení Sergio, ponete cómodo, sentate acá», le dijo el tucumano y le dio su sillón. Se sentó a su lado. Por esos gestos descontracturados, por su ascendencia turca, por su carisma y por su referencia geográfica, son muchos los que lo comparan con lo que fue la irrupción del joven Carlos Menem. Creen que es uno de los últimos caudillos angelados que pueden llegar desde el Norte.
La relación de con los sindicalistas no se agota ahí. Suelen visitarlo Héctor y Rodolfo Daer, Carlos West Ocampo, José Luis Lingeri, Luis Barrionuevo, Carlos Acuña, Gerardo Martínez y muchos otros. También el mediático Víctor Santa María, que está construyendo un complejo hotelero y un centro de convenciones en el dique El Cadillal.
«Siempre que vengas a Tucumán te vas a encontrar con algún gordo de la CGT dando vueltas por acá», señalan desde el entorno del Gobernador para graficar la situación.
Pero sus vínculos no se agotan ahí. Van en todas las direcciones. También cosechó buena llegada a Hugo Moyano y su entorno y en el espectro ceteísta. De hecho el propio Hugo «Cachorro» Godoy, líder de ATE Nacional y secretario Adjunto de la CTA Autónoma, estuvo en la provincia el último mes y también se llevó su instantánea con el mandatario.
Las charlas con los sindicalistas pasan por cuestiones vinculadas a la gestión, es un nexo ineludible con el Presidente de la Nación Alberto Fernández, pero también por los planes a futuro. Con 52 años, la vicepresidencia del PJ a cargo y sin reelección en el ejecutivo tucumano, varios ponen las fichas en su posible proyección a nivel nacional.
«Tiene corazón y garra peronista», remató ayer Andrés Rodríguez uno de los segmentos de su discurso. Fue un elogio en una dirección y una señal de lo que le están reclamando a la conducción de Fernández y que creen que no encuentran. Parecen percibir en la provincia más pequeña de la Argentina lo que tanto añoran para La Rosada.
«El vínculo con los sindicalistas lo tejió mientras fue ministro de Salud de Cristina. No hubo ninguna intendencia, ninguna gobernación ni ninguna obra social que no haya sido auxiliada en su momento por Juan», explican quienes lo conocen. Su paso por el Gabinete de CFK fue desde 2009 a 2015. Un buen tiempo para cocinar relaciones duraderas.
Sus primeras experiencias y su formación como sanitarista también tiene origen en la zona metropolitana. Su mentor fue el matancero Alberto Balestrini y de allí también arrastra llegada a distintos referentes nacionales y un nexo muy peculiar con La Matanza, casualmente el corazón bonaerense del peronismo.
En 2019 Manzur dio el primer gran golpe sobre la mesa. Fue el dirigente que logró reunir a la CGT con Alberto, por entonces el candidato de Cristina al que todavía miraban de reojo, en la sede de Azopardo. Luego los llevó a todos a Tucumán y los subió al escenario en un acto repleto de liturgia peronista.