(Por Pablo Maradei) El presidente Javier Milei asumió de espaldas al Congreso de la Nación, a los legisladores provinciales, dejando afuera a la prensa fotográfica de la asunción de ministros e ignorando a las organizaciones sindicales de trabajadores. Es una foto inédita en la historia democrática desde 1983 a la fecha: ¿Bandera de guerra?
Es la primera vez que no hay sindicalistas en los palcos del Congreso de la Nación para ser testigos de la asunción de un presidente electo.
«No fuimos invitados», aseguró Héctor Daer a InfoGremiales. Llamativa la actitud del flamante Gobierno nacional porque, de acuerdo a la información que se viene recogiendo, los sindicatos no serán el principal foco de ataque en el corto plazo.
Sí, el foco del conflicto será la administración pública; incluidas las empresas estatales. Este lunes el vocero presidencial aseguró que los trabajadores estatales no deben temer por sus trabajos; no así los «ñoquis».
No invitar a la CGT, que siempre ha sido abierta al diálogo y le ha costado internas muy duras, se puede leer como una bandera de guerra. Sin embargo, en el discurso que dio Javier Milei en las escalinatas del Congreso invitó a sindicatos a ser parte del cambio si se amalgaman a las nueva Argentina que proyecta. Acaso una contradicción. O tal vez se acople a la frase de Néstor Kirchner, de «no miren lo que digo, sino lo que hago». Conjeturas.
Lo que sí es cierto es que la CGT no tiene un interlocutor porque el secretario de Trabajo aún no ha sido nombrado; aunque Omar Yasin es el nombre del futuro funcionario. Se trata de un ex colaborador de Jorge Triaca.