Luego de semanas de tratativas y negociaciones entre partes, Carlos Tomada y Noemí Rial, ministro de Trabajo y vice desde 2003, buscan cerrar las paritarias de transporte. Si lo consiguen estarán a un paso de poner en jaque las pretensiones de paro que Hugo Moyano y Luis Barrionuevo quieren armar para cuando el Mundial sea historia.
Al ser consultado por una potencial huelga general, el colectivero Roberto Fernández sostuvo que «No hay que privilegiar cuestiones personales y ver qué discusiones políticas hay que dar. No soy parte de este gobierno pero tampoco sé si es momento de un paro. Acá lo más importante es la unidad sindical”.
Fernández fue una pieza clave para que Moyano y Barrionuevo pararan el país el 10 de abril, en el paro más grande que sufrió el kirchnerismo en base a tener un transporte absolutamente detenido.
El líder de la UTA, junto con los gremios ferroviarios que se sumaron, especialmente La Fraternidad conducida por Omar Maturano, son fundamentales para que los líderes cegetistas opositores puedan concretar otra protesta, que sin la adhesión del transporte sería un claro paso atrás.
Tomada y Rial, entonces, intentarán contentar a Fernandez, con quien ya acordaron los salarios de los choferes de corta y media distancia y apaciguar los ánimos en un año en que la conflictividad sindical se encuentra en alza.
Como ya acordaron con los ferroviarios y con los colectiveros de corta distancia, los funcionarios esperan cerrar las paritarias con los choferes de larga distancia y cerrar el círculo. Restan definir los subsidios necesarios para aumentar los viáticos, en un sector diezmado por la accesible oferta de pasajes aéreos.
Una buena tarea de Trabajo dejaría a Moyano recalculando su plan para la segunda mitad de año, ya que sólo con el apoyo de Barrionuevo más lo que pueda estructurar con la CTA de Pablo Micheli y el sindicalismo combativo cortando accesos no lograría detener la actividad como ya lo hizo el pasado 10 de abril.