En junio de este año, los tres popes de las centrales cegetistas, Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y Antonio Caló se encontraron en Mar del Plata mientras se realizaban los plenarios de la Pastoral Social. Esa fue una primera señal clara de un ambicioso plan de unidad sindical que se pensaba para 2015, pero que por momentos se llegó a ambicionar para antes del brindis del 31.
Entonces se habló del operativo “Santa Unidad”, por el impulso que nada menos que el propio Papa Francisco le dio a la unidad sindical, cuando le expresó a varios dirigentes de renombre que era importante que pudieran saldar sus diferencias en pos de reunificar la central obrera.
Desde entonces hubo avances y retrocesos en la confluencia. Hacia octubre la unidad llegó a parecer inevitable, pero hacia noviembre hubo diversos signos de enfriamiento.
A fines de octubre, Juan Carlos Schmid, secretario general de Dragado y Balizamiento y referente del moyanismo, le confirmaba a Info Gremiales que “estamos en un proceso de conversaciones para llegar a la unidad sindical”, y agregó “creemos que podemos confluir en ello el año que viene”.
Hacia noviembre, sin embargo, algunos sectores ponían paños fríos en las conversaciones. Particularmente, SMATA y la UOM, dos de los más poderosos gremios industriales, no participaron de encuentros entre las CGT.
Un factor de peso importante fue el reclamo por el impuesto a las ganancias, que se desactivó en parte con la exención de su pago en el aguinaldo de diciembre. Pero más decisivo y estructural fue la recesión en la economía que hizo peligrar fuentes de trabajo.
Sin embargo, tampoco ello alcanzó para juntar a los sindicalistas. El año evolucionó mejor de lo que lo podría haberlo hecho, sobre todo en términos de empleo. El factor que falta, y que seguramente será determinante en el 2015, es el proceso electoral y el cambio de gobierno. Varios sindicalistas coinciden en que la unidad vendría luego de las elecciones, o entre las PASO y los comicios.
Lo cierto es que esta historia continuará.