Los trabajadores ferroviarios franceses cumplen este martes siete días consecutivos de huelga contra la reforma laboral del Gobierno, también en demanda de mejoras en sus puestos de trabajo.
Hace tres meses aproximadamente comenzaron las protestas contra este proyecto que según sus detractores perjudica los derechos de la masa laboral y beneficia solo al empresariado, en un país donde la tasa de desempleo se ubica en 10 ciento.
El primer ministro Manuel Valls se apegó en mayo a un polémico recurso constitucional para que el texto se considerara aprobado en primera lectura en la Asamblea Nacional. Este mes, tendrá lugar el examen en el Senado.
Por su parte, el presidente francés, François Hollande, insiste en que el Gobierno no retirará el plan laboral, al tiempo que el primer ministro Manuel Valls opina que dar marcha atrás sería “un error político”.
Por su parte, los sindicatos exhortan a reforzar la movilización, teniendo en la mira una manifestación para el 14 de junio en París.
La ley mantiene formalmente la semana laboral de 35 horas, pero permite a las empresas organizar turnos alternativos. Los trabajadores podrían tener semanas de 48 horas laborables o turnos de 12 horas durante períodos limitados.
En caso de «circunstancias excepcionales», los empleados podrían trabajar hasta 60 horas semanales. Una cláusula permitiría que los empleados trabajen más de 35 horas sin que se le pagase las horas extra durante un tiempo limitado. A cambio, recibirían más días libres.
Entre otros puntos, la flexibilización le saca trabas a los empresarios para despedir trabajadores y permitiría a las empresas mantenerse al margen de convenios colectivos negociados por los sindicatos. Esto sería en caso de que exista un acuerdo en la empresa que esté negociado por representantes sindicales. Pero los acuerdos podrían ofrecer menor protección a los empleados.