(por pablo cano) No fue ni la izquierda combativa que logró la toma de conciencia de clase en los trabajadores, ni el dialoguismo permanente de la CGT que ladra (poco) y no muerde (nada). Mucho menos, el sindicalismo que orbita cerca del Patria y encarnó una tardía entente entre sindicatos y la política y supo ser en los últimos meses el núcleo duro del «luche y vuelve» con escasos resultados prácticos en la pelea gremial y nulos en lo político. Los recursos humanos y materiales agotados en los últimos 24 meses en marchas, actos y etcéteras para desgastar el gobierno de los ricos demostraron haberse ido por la canaleta de los fuegos artificiales que gusta de ver la oligarquía de la resistencia para su propio regocijo cuando bastó que algún ignoto analista del JP Morgan bajara el pulgar para ir a la ventanilla del Banco Central a cambiar papelitos por dólares y…adiós.
El Gobierno que literalmente cagó a palos a la demanda social, que devastó la industria nacional y despide científicos, que encarceló a varios dirigentes políticos y judicializó la protesta social con una fiereza nunca vista, que torció varias vigas maestras del sistema protectorio laboral en los Tribunales (véase el último fallo de la Corte en la causa «Rico» para mayor abundamiento), que depreció el poder adquisitivo del salario y que logró convencer a una parte sustancial de las clases populares sobre la responsabilidad del desaguisado patrio y la necesidad del ajuste – CAMBIEMOS sacó el 29% de los votos en José C Paz y el 30,3% en La Matanza en las últimas elecciones- fue tumbado por una corrida bancaria originada por un fondo de inversión del exterior…sin necesidad de un sólo trabajador movilizado, ni un solo gremio, ni un solo dirigente político y/o social. La crisis que mostró la finitud del «Macri Eterno» y desdibujó el paraiso technicolor que describe Marcos Peña y su red de difusión oficial y oficiosa se la puso de sombrero cuando el dólar varió su cotización en un 10%…y, fíjese las cosas, no emerge de esta situación la figura de Axel Kiciloff ni la de CFK que se bancaron una variación de la divisa 3 veces mayor.
Cómo un deja vú, veremos estos días poblarse de análisis económicos, habrá algunos momentos de relajo, pero cuando la política que todo lo ordena, que son acaso las definiciones económicas sino decisiones políticas?, vuelva a imponerse se verá que el Macrismo agotó su tiempo histórico rápidamente al agotar su tiempo económico por la falla de sus dos motores: endeudamiento e inversión. Lo que viene de ahora en más en términos políticos será la obstinación del optimismo de aquellos que no quieren dejar el lugar que creen que les pertenece y harán el mismo papelón de Antonito pidiendo a Fernando que no renuncie. Pero ojo, Macri no es De La Rua, es Alfonsín del 89, quebrado por la hiper pero queriendo a toda costa conservar el poder hasta lo último. Y algo tenía porque el candidato de su partido -Angeloz- sacó 37% puntos contra Menem, lo que no pocos analistas estiman como el piso real del voto «antiperonista», tomando esta categoría como un oximoron multifuncional, pero aún así claro para expresar la idea.
El gobierno de CAMBIEMOS está terminado porque ya no podrá navegar sobre la iniciativa propia, esto quiere decir, seguirán gobernando porque la manda constitucional así lo decide -y nunca hay que olvidarse del logro que ésto significa- pero ya no tendrá el poder omnímodo con el cual transitó hasta ahora e incluso Macri y sus satélites empezarán a vivenciar la licuación de ese poder a medida que se acerque el calendario electoral. La llegada del FMI antes de tiempo (todos apostaban que el Fondo era el sostén financiero para el ajuste 2.0 del segundo período de Macri) lo obliga a compartir escenario con alguien que es rechazado por el 70% de la población y tal situación en un gobierno que se sostiene sobre su imagen es fatal. Empezarán rápidamente a surgir proyectos presidenciales alguno desde el PRO y otros desde el Peronismo. Todos ellos lucirán mucho mas encantadores y posibles que lo que eran hasta hace 15 días. Sin embargo, la proximidad de algo que para el campo popular estaba hace dos semanas muy lejano no debe soslayar la gran deuda que tiene (tenemos) para con la configuración de un proyecto de país sólidamente explicado desde un programa político y económico.
El kichnerismo fue hijo de variables externas e internas que le permitieron hacer pie a partir de algunos tópicos que pudo sostener un tiempo no menor: recuperación del salario y mantenimiento de salarios «altos» en términos adquisitivos, energía barata, posicionamiento del Estado en la puja distributiva. Cómo los beneficiarios de éste cóctel terminaron votando a Macri en el 2015 y también en el 2017 es una pregunta que formalmente el universo del 49% no se ha hecho con la profundidad que merece y va siendo hora que se abandone la monocausalidad de los medios para explicar todo o, caso contrario, decidamos fundar medios y abandonar los partidos y lugares institucionales de la política, soñemos con ser editor de un nuevo Clarín y no diputado, senador o presidente. Y esto va a cuento sobre el inicio de esta columna, no surge con fuerza desde el campo popular ni desde sus organizaciones de base -partidos políticos, sindicatos, organizaciones sociales- la formulación del programa político y económico para contraponer a la propuesta oficial. Abunda la crítica, la lucha, la resistencia, la conceptualización…son escasas las voces que marcan un camino nuevo y esto genera una orfandad que luego se paga. Ya sea porque no se puede hablarle a la sociedad sobre una idea clara, ya sea porque los dirigentes se forman en gimnasias que los hace eficientes para la protesta pero disfuncionales para la gestión del país. CAMBIEMOS venía batallando para construir un nuevo enemigo una vez que había vencido a CFK en las urnas. Ese era el POPULISMO. Y el Populismo que describe CAMBIEMOS es el Estado tal cómo lo conocimos en el período 2003/2015…y que va más allá de los dirigentes que lo encarnaron. No puede subestimarse la capacidad de CAMBIEMOS para leer la sociedad, invierten -y mucho- para tener una imagen clara de lo que sucede en los conscientes e inconscientes patrios. Su modelo político precisa achicar el Estado porque su modelo económico lo desfinancia para darle paso a lo privado, encontraron una sociedad que rechaza al Kichnerismo pero no rechaza «el Estado Kichnerista». Aún así, lograron con eficiencia desarmar varias guirnaldas de aquella fiesta (fútbol para todos, conectar igualdad,etc) y encontraron en la demonización del empleado público la forma de desarmar «con carpa» el Estado, ejemplo de estos días, mientras entra carne de chancho desde EEUU están vaciando el SENASA.
Todo lo dicho describe una maniobra que no puede dejar de leerse como un proyecto político y un programa económico. Frente a eso llegó la hora de construir un relato nuevo que contenga la estrategia política y económica y que intente -una vez mas- perfilar en el universo de lo posible la singularidad de la sociedad argentina frente un marco cultural que va y viene de los extremos en un péndulo feroz cuya única regularidad es que cada vez que va para un lado, los que se caen difícilmente vuelvan a subirse en la otra vuelta.
Pensar el país es un desafío que hoy debe juntar a los que firmaron el vergonzoso 15% con aquellos que fueron corridos a palos y gases de la Plaza Congreso en diciembre último. A los mas fundamentalistas y a los críticos, a aquellos que tuvieron su responsabilidad y los que sólamente les tocó pagar los platos rotos. La historia reciente nos muestra que siempre hay oportunidades y que la mayoría de ellas las hemos desaprovechado. Ésta será otra mas. Si no estamos a la altura de los tiempos, no importa, ya vendrá el Yi Pi Morgan (el banco de inversión JP MORGAN), a hacer el trabajo sucio, llevarse los dólares que se hayan juntado en ese breve tiempo de bonanza e iniciar todo de nuevo una vez más.