(Por Luis Autalán @luisautalan / Fotografía Ariel Gaspardi) Visión y convicción kirchnerista asumida y bandera para un espectro que abarca mucho más que el propio Frente de Todos. La necesidad de las críticas abiertas frente a lo que incluso el Gobierno provoca como «errores no forzados». La discusión por $500 pesos con la UIA en el Consejo del Salario, certezas para definir que no hay solución gremial sin solución política como que el mismo principio hace a la unidad regional de los movimientos populares. Un mano a mano de InfoGremiales con Hugo Yasky trazado sobre política, sindicalismo y lo que vendrá.
Hace años y en ocasión del cumpleaños de un funcionario de altísimo rango, preponderancia y perfil, su pequeño hijo le regaló un dibujo. Cuentan los testigos que en una amplia lámina estaba ese padre graficado con detalles, desde su saco, corbata, cabello prolijo y una perla para observadores atentos a lo que se dice sin palabras. Ese hijo había dibujado a su papá con el teléfono celular en su mano, eran tiempos de los primeros aparatos que hoy marcan el latir digital del mundo. El niño destacó que su visión paterna incluía el teléfono como parte esencial y cotidiano.
Recordamos la anécdota cuando apenas con un par de minutos de demora para la entrevista, Hugo Yasky, el Secretario General de la CTA de los Trabajadores y diputado nacional llegó a la sede gremial de Piedras al 1.000 en el barrio porteño de Montserrat. Su saludo amable, un cordial pedido de disculpas, la pregunta al pasar sobre «¿Cómo va Uruguay?», que esa tarde jugaba un partido decisivo del Mundial Qatar 2022 y el teléfono celular en sus manos. El cual no dejará de sonar o vibrar, más allá de que durante la charla la atención del sindicalista de extracción docente fue absoluta para el equipo de InfoGremiales. Recordamos también que Yasky desde antes de los 90 fue una voz del plano nacional que atendía muy temprano a las radios del Gran Buenos Aires ávidas de información y protagonistas. Siempre dispensó su buena voluntad para la conversación, incluyendo coincidencias o fricciones propias del debate. La cuestión es que el ingreso a la oficina donde, amplio y soleado ventanal asoman láminas de proezas regionales y el logo de la CTA que lidera, deparó una recorrida por escaleras y un patio amplio. A «paso vivo» nuestro anfitrión nos ganó varios metros, y nadie diría que hace poco fue operado de la cadera, antes de sentarse un breve diálogo con sus colaboradores como algunas referencias a la inmediatez política. Un dirigente y legislador nacional que para sus cercanías, se destaca por oratoria, conceptos y también silencios. En lo reciente 73 años cumplidos y un dolor apenas disimulado en el alma por el fallecimiento de su esposa, es tiempo de preguntas y respuestas.
«Tenemos que hacernos cargo que dejamos pasar muchos meses sin que se pudieran tomar medidas que quizás, en otro momento, el pueblo las hubiese bancado. Ahora ya estamos con una situación muy difícil»
Hugo Yasky
-¿A qué hora se levanta y cuándo termina su jornada?
-En general a las 7, ahora un poco antes porque tuve una operación de cadera y estoy haciendo kinesiología, ya estoy terminando la recuperación. A veces, cuando hay alguna discusión intensa que tenga que ver con alguna de mis tareas, por ejemplo la cuestión sindical, hay que levantarse antes para atender a las radios. Y son días largos, por lo general terminan entre las 21 y las 22.
-¿Apaga el celular?
-No. Es un problema que tengo, pero bueno, hay que convivir con eso.
-¿Nos dice algo de su familia, los que bancan y están siempre?
-Son mis hijos, mis nietos. Ahora vivo solo y ellos son una ayuda. Son tres mujeres y un varón, más tres nietos, que son dos mujeres y un varón también, me apoyan mucho, comparten, no todos militan pero comparten las cosas que uno hace y defiende. Eso a mí me reconforta mucho, son gente que tienen una vida como cualquier laburante, se esfuerzan por llegar a fin de mes, corren la coneja como la mayoría de los argentino. ¿Pero sabés? Tienen sueños, ideales, algunos se esfuerzan para trabajar y estudiar, otros trabajan. Si de algo me puedo sentir feliz es de tener estos cuatro hijos e hijas que son tan derechos, sensibles y solidarios, cada uno en su tarea.
-¿Qué edades tienen?
La más grande tiene 44 y la más chica 27, después hay dos en el medio.
-Fue padre muy joven.
-Sí, a los 23 años.
-¿Alguna vez siente que fue un papá ausente por su pasión política y gremial?
-Sí. Eso me costó mucho, muchas horas de discusión, de analista, el tema de la culpa, porque cuando uno es joven… Bueno, te imaginás, ya era activista sindical cuando fue el golpe de la dictadura cívico militar, entonces uno vivía en medio de un torbellino pensando todos los días que cada día estaba regalado, cada vez que te levantabas a la mañana decías: «Hoy estoy». En esa época uno vivía al día porque veía que muchos compañeros caían, que otros se tenían que ir del país, de otros habías perdido noticias y no sabías si estaban exiliados o si habían ido a alguna provincia.
-Tengamos en cuenta que no había telefonía celular, las comunicaciones de esa época…
-Claro, entonces eso, más toda la lucha sindical que hubo después, te resta mucho tiempo y sí, siempre me costó sobrellevar el hecho de pensar que muchas veces, como de hecho pasó, tenía que estar con mis hijos y no estaba porque tenía que ir a una marcha, asambleas o los quilombos que aparecían…
-Claudio Marín, nos dijo que lo sigue pensando y sus hijos le dicen «quédate tranquilo papá».
-¿Sabés que con mis hijos me pasó lo mismo? Y ellos hoy sienten el mismo orgullo que yo siento por ellos, es recíproco, ellos lo sienten por mí y me maravilla eso porque soy consciente que no estuve todas las veces que hubiese tenido que estar, o que hubiese estado un padre que no tuviera esta militancia que cada vez te va absorbiendo más.
-Hagamos un juego de literatura fantástica o ciencia ficción. Hugo Yasky 2022 tiene un minuto para ir hasta la Carpa Blanca y hablarle al Hugo Yasky de los 90. ¿Qué recomendación le daría para él vivirá después?
-Le diría «escuchá y no dejes pasar la oportunidad de ser parte de lo que viene a partir de Néstor».
«Hebe de Bonafini comprendió que en ese momento había que abrazar al movimiento popular y ser parte del tiempo o del cambio de etapa que inauguraba Néstor y después siguió Cristina. Los que no vieron eso, lamentablemente, terminaron siendo patrullas perdidas dentro del campo popular»
-¿Elige eso? Fortísimo.
-Sí, porque muchos compañeros y compañeras vieron pasar desde un balcón ese momento de la historia. Por ejemplo, el otro día en el homenaje a Hebe de Bonafini decía que ella tuvo la sensibilidad necesaria, a pesar de que venía de una lucha absolutamente antisistema, antigobierno, fuera del color que fuere, a pesar de sus puteadas y de su forma de confrontar hasta con la última gota de su sangre. Bueno, Hebe sin embargo comprendió que en ese momento había que abrazar al movimiento popular y ser parte del tiempo o del cambio de etapa que inauguraba Néstor y después siguió Cristina. Los que no vieron eso, lamentablemente, terminaron siendo patrullas perdidas dentro del campo popular.
-Un buen título «patrullas perdidas». En cuanto a discusiones sobre definir si el kirchnerismo es peronismo mientras el 2023 se acerca. ¿Se está perdiendo el tiempo?
-No, pienso que no. Son debates que se tienen que dar dentro de las fuerzas populares. El tema, más que perder el tiempo, es no poner toda la energía en esa lucha o en ese debate que a veces nos pone en posición de mirarnos permanentemente el ombligo. Del ombligo no vamos encontrar demasiadas respuestas a los temas que tenemos que resolver. Por eso creo que no es pérdida de tiempo a condición de que la energía la pongamos en confrontar con el enemigo real que tenemos nosotros, los pueblos de todos los países de América Latina y todos los pueblos de la periferia del mundo.
-Otros dirigentes sindicales de diferentes sectores aconsejan no perder la mirada de la referencia regional e internacional a la hora de analizar la realidad del país.
-Sí, claro, estoy convencido que el proceso de unidad de América Latina, que parecía que estaba roto, que se había interrumpido, lo vamos a retomar con Lula, con Petro, con las nuevas figuras del campo popular, la mujer de Zelaya en Honduras, el propio presidente de Chile, y creo que vamos a tener ahí una nueva oportunidad. La cual es imprescindible, porque ningún país de América Latina se va a salvar solo, no va a haber ningún proceso ni de justicia social, ni de distribución, ni de recuperación de derechos, si no es en el marco de una lucha regional y de un avance regional. Mientras nos puedan tener divididos, enfrentados, Bolsonaro con Alberto, Alberto con la Lacalle, mientras puedan hacer ese juego de dividir y reinarás, nos va a ir mal. En ese sentido es imprescindible la referencia regional y también por supuesto la referencia a nivel mundial.
-Le hago una chicana libertaria, cuando plantea esto y la respuesta es «Hugo, todo bien, pero tenemos una inflación de tres dígitos, mi sueldo está en la línea de pobreza». ¿Qué piensa?
-Es absolutamente válido que lo haga la mayoría de los asalariados de este país que viven ese problema con angustia, con una penuria cotidiana. Nosotros nos tenemos que acercar, no quiere decir que ponemos las luces largas, veamos el horizonte lejano y dejamos de ver lo que pasa acá. Hay alguien que dice que por mirar las estrellas se tropieza y se cae de boca también se equivoca. Hay que mirar el panorama que nos rodea porque la inflación de tres dígitos la explica lo que pasa, por ejemplo, en la guerra de Ucrania. La cual significó que los costos para los países como los nuestros se dispararan, y por supuesto tenemos razones internas que explican la inflación y creo que nos tenemos que hacer cargo de las dos cosas: tratar de entender qué pasa en la región, qué pasa en el mundo, pero pelear para que el control de precios sea efectivo, para que el gobierno se fortalezca y pueda tomar medidas que le pongan límite a la voracidad de los poderosos, para poder pararle la mano a los que nos quieren arrastrar, no a una inflación de tres dígitos, a una devaluación de tres dígitos, lo cual significaría entrar en el infierno. Hay que estar en la calle para construir la fortaleza política que haga que ese que putea al gobierno porque hay una inflación de tres dígitos, algún día entienda todo enfocando a los que forman los precios y no a los que en definitiva lo máximo que se les puede endilgar es cierto grado de impotencia o incapacidad.
-Entre 2014 y 2105 me remarcó: «no se equivoque, la discusión no es el impuesto a las ganancias a los salarios. La discusión que tenemos que dar es sobre la inflación, porque en la Argentina la generan grupos concentrados que siempre ganan». El tiempo le da razón, ahora, las medidas de este Gobierno al respecto parecen los tanques de Alais, no llegan nunca…
-Desde ya, en ese sentido tenemos que hacernos cargo de que dejamos pasar muchos meses sin que se pudieran tomar medidas que quizás en otro momento el pueblo las hubiese bancado. Ahora ya estamos con una situación muy difícil, con pocas reservas, con mucha desazón y el agobio de la gente, con la derecha que tienen las velas infladas y se sienten ganadores, pero hubo momentos que se podrían haber tomado medidas que hubiesen sido más efectivas, hubo zigzagueos como el de Vicentin, los cuales yo creo que hoy los estamos pagando caro.
-¿Alguna vez vio a la derecha con las velas tan infladas navegando airosos entre pobres y trabajadores seducidos por la derecha?
-Vi momentos en el apogeo del menemismo. Muchos sectores estaban convencidos de que íbamos bárbaro y nosotros sabíamos que se iba a pagar con desocupación, destrucción de la industria, destrucción del Estado, crisis educativa porque se la había provincializado. La gente aplaudía y nosotros parecíamos que le aullábamos a la luna.
-¿Lo puteaban mucho en esa época?
-Me puteaban mucho sí. (risas y silencio reflexivo) Cuando hablaba de proponer un paro o algo, y Menem estaba en su apogeo, me puteaban.
«El guardapolvo de maestro lo llevo adherido en el alma, eso es una marca indeleble que además me permitió tener una experiencia de vida, donde efectivamente eso que dice Paulo Freire de que se aprende enseñando es verdad»
-¿Y después, algunos que lo insultaron tuvo la nobleza de pedirle disculpas?
-Algunos compañeros y compañeras después vinieron y me dijeron, “la verdad que tenías razón”, pero pocos.
-¿Qué pasa por sus venas y alma cuando en el peronismo, a su CTA y a otros sectores, se los etiqueta como el kirchnerismo bobo?
-En general son adjetivaciones que prescinden de una dato de la realidad, y es que si hay un sector dentro del kirchnerismo que es capaz de decir las cosas no van bien, hay que ir por un aumento de suma fija, mostrar en un cuadro la caída del salario, como señala Cristina, hablar sin tapujos de lo que significa haber perdido soberanía, todo eso habla de una capacidad crítica que desmiente ese calificativo. Sí somos parte del kirchnerismo convencido, del militante, del que sabe que lo peor que podríamos hacer es bajar las banderas que en su momento levantamos cuando recuperamos la jubilación, cuando decidimos confrontar con la Sociedad Rural, cuando le dijimos no al ALCA, cuando quisimos construir la unidad de América Latina para dejar de ser el patio trasero de Estados Unidos. Ese es el kirchnerismo en el que creemos y vamos a seguir plantando nuestra bandera ahí.
-¿Me diría que las críticas más fuertes al kirchnerismo ustedes las hacen puertas adentro?
-No, a veces las hacemos puertas adentro y a veces las hemos hecho públicas, pero tenemos la inteligencia de saber que cuando a la principal figura del kirchnerismo, además de intentar proscribirla a través de una falsa judicial se la intentó asesinar, atrás de eso hay sectores muy poderosos del Círculo Rojo. Cuando el hilito que hoy estamos empezando a agarrar de la punta nos permita llegar, habrá mucha gente se va a asombrar de ver nombres y apellidos de algunos personajes que fueron parte del macrismo, en una circunstancia como esa.
-¿Vamos a ver el final de esta película antes de diciembre de 2023?
-No sé si antes de diciembre del 2023, hasta ahora, el aparato de justicia colonizado por los grupos de poder está haciendo lo imposible para que los tiempos de la investigación, de los que están atrás del atentado a Cristina, sean no solamente dilatados, sean tiempos sin ningún tipo de resolución. Pero sé que en la Argentina no va a quedar bajo un manto de anonimato la responsabilidad de los que están atrás de estos personajes siniestros, que en principio son los que ejecutaron una decisión que yo creo que se tomó en otro ámbito, no en la conversación de 4, 5 delirantes de las redes sociales. Creo que hay un cerebro actuando, logística, financiamiento, grupos de apoyo, todo eso en algún momento va a quedar expuesto y la condena popular va a ser inapelable. No sé si tendremos la condena de la justicia pero vamos a tener la condena popular.
-La Justicia no es una cuestión de fe, pero ¿cree usted en el Poder Judicial?
-En el Poder Judicial, así como hoy existe en la Argentina, no creo. Es un poder que está al servicio de los grupos dominantes, de los sectores que quieren consolidar una Argentina preperonista, si pudieran con un control remoto elegir un momento de la Argentina, no tengo dudas que elegirían depositarnos para siempre en la década infame: un país sin democracia, sin derechos sociales, con opresión, discriminación, con persecución de los que son luchadores sociales. Ese país duro, esa Argentina donde los ricachones se hacían traer de Europa la mampostería y los mármoles para sus mansiones y la gente vivía sin poder comprarse un par de zapatillas. Es lo que ellos quisieran y contra lo que vamos a luchar para que no vuelva a ser la realidad de nuestra gente.
-Escribí sobre el Consejo del Salario, y subrayé su comentario sobre que Daniel Funes de Rioja (UIA) no quiso ceder 500 pesos y que el haber mínimo llegara a 70 mil. Otros sindicalistas dicen que en esas pujas juega el desdén, cierto desprecio por los trabajadores.
-Sí, mirá en un programa de radio me pasó algo que fue muy significativo, el periodista me dijo «qué poco que es 69.500 pesos». Mi respuesta fue que sí, que para nosotros es poco, pero que 70.000 pesos para el jefe de la UIA es muchísimo. Estaba hablando de 500 pesos, en esa franja de la discusión, un billete que no es nada, es un alfajor barato. En esa pequeña franja está la disputa por sostener la apropiación de parte de los sectores dueños del poder económico, el orden de la distribución, es decir, nosotros tenemos alta rentabilidad, ustedes tienen bajos salarios, pero nosotros queremos más rentabilidad y todavía más bajos salarios. Y esa discusión es la que explica que haya una mirada de muchos empresarios llena de prejuicios, que desvalora el esfuerzo y el trabajo de muchos argentinos y argentinas.
-¿En cuánto tiene que ver su formación docente con su trayectoria, política y gremial? Hablo de su línea, su tónica, con sus aciertos y con sus errores desde ya…
-Muchísimo y siempre, más allá de que soy diputado y me saco las ganas de hablar en nombre de los trabajadores, sentir que expreso a mucha gente que a veces siente impotencia y que necesita que alguien diga las cosas, más allá de ser secretario general de una central de trabajadores, el guardapolvo de maestro lo llevo adherido en el alma, eso es una marca indeleble que además me permitió tener una experiencia de vida, donde efectivamente eso que dice Paulo Freire de que se aprende enseñando es verdad. A mí me pasó en cuanto a aprender de mis alumnos de Villa Fiorito, me pasó de aprender de política de los padres de mis alumnos, me terminé de hacer peronista escuchando a los padres de mis alumnos, me enriqueció enormemente la experiencia como maestro y me permitió entender que, no tienen los saberes y no son cultos, no siempre el que tiene un máster y se graduó fuera del país puede entender y tener saberes para comprender lo que pasa en nuestro país, mejor que aquel que vive en un barrio humilde pero ha puesto su cabeza a trabajar escuchando a sus padres y a sus abuelos.
«Estoy convencido que el proceso de unidad de América Latina, que parecía roto e interrumpido, lo vamos a retomar con Lula, con Petro, con las nuevas figuras del campo popular, la mujer de Zelaya en Honduras, el propio presidente de Chile, y creo que vamos a tener ahí una nueva oportunidad»
-CIFRA, el Centro de Estudios Económicos de la CTA, muchachos como Daniel Catalano, el «Beto» Pianelli y otros son parte del orgullo de su conducción de la CTA, son el mañana?
-Sí claro. CIFRA, Catalano, Baradel, Sonia Alesso y otros y otras. Ahora tenemos una camada de dirigentes más jóvenes todavía que se han incorporado recientemente a la CTA, los de Luz y Fuerza, Cicop, Judiciales, tenemos una enorme reserva de dirigentes que aseguran que la CTA va a seguir creciendo.
-Nos tocó entrevistar a economistas de CIFRA y además del sentido de pertenencia a esta central, marcaron trazos gruesos sus críticas sobre la distribución del ingreso que debate el oficialismo. Más que un síntoma del Frente de Todos…
-Ellos acaban de presentar un libro ahora sobre los grupos dominantes, antes hicieron otro sobre la fuga de capitales. CIFRA, con Basualdo que es un gran maestro, un compañero que quiero y admiro mucho, junto con Pablo Manzanelli que es el recambio, han aportado y siguen aportando. Y a veces cuando los informes de CIFRA, son duros y desnudan problemas que tenemos y no resolvemos, y sé que muchas veces los va a utilizar la derecha para disparar: «Ven hasta lo dice la central del propio Hugo Yasky». Muchas veces algunos grandes medios también lo dicen igual. Lo que digo es simple, esto es lo que está pasando y lo que pasa hay que decirlo, la discusión de la política es cómo lo resolvemos, con quiénes lo resolvemos mejor, qué alianza tenemos que hacer para poder llegar a un punto en que esto se resuelva. Es como sacarte una radiografía, si tenés un problema en los pulmones después discutirás la política, la política que es el tratamiento mejor, me conviene que gane la derecha me arranque los pulmones y me los coma, me conviene una alianza para fortalecerme y tratar de tener un tratamiento, esa es otra discusión. Ahora, la radiografía que hace CIFRA es valiosísima.
-¿Qué lo hizo enojar más del 2019 a la fecha, la CGT o el gobierno de Alberto Fernández?
-Es difícil. Muchas veces sentí indignación frente a decisiones que tomó el sector de la CGT que privilegió por ahí una alianza con la UIA. Al mismo tiempo tengo que decir que seguimos teniendo, de la época que peleábamos juntos en la calle contra el macrismo, una estrecha relación con otros sectores de la CGT, te hablo de Pablo Moyano, Mario Manrique y los compañeros de la Corriente Federal de los Trabajadores. Pero creo que las broncas mayores fueron con determinadas decisiones del Gobierno, por ejemplo la de Vicentin. Nosotros habíamos sacado una solicitada apoyando la decisión de avanzar y tomar el toro por las astas, hasta la habíamos logrado hacer firmar por todo el espectro sindical del país, además de otros sectores, no faltó la firma de ningún dirigente sindical, de la CGT, de todos los sectores y colores. Bueno, cuando terminamos de publicar la solicitada nos enteramos que venía la marcha atrás. Ahí uno se agarra mucha calentura y se tiene que morder los labios para tratar de tener una expresión que no sea autodestructiva, porque también hay que medir la intensidad y sobre todo modular esos momentos de frustración del campo popular, para no convertirse en una voz que termine sirviendo a la derecha para fomentar la dispersión y fragmentación, que desde que asumió Alberto vienen intentando.
-¿Un cable a tierra para el disfrute y el relax?
-El fútbol, soy hincha de River, las conversaciones con gente que no milita, que me permiten tener un punto de referencia que no sea parecido al que uno tiene ya asumido, y los amigos, las amigas.
-¿Labruna o Gallardo o Labruna y Gallardo?
-Y…ellos son como Perón y Néstor. (risas).