(por pablo cano) Para demostrar que no sólo la burocracia cegetista está en un proceso de crisis a partir del escenario que plantea el gobierno de CAMBIEMOS, la Izquierda y su festejo partido en las dos plazas emblemáticas de la política vernácula -Plaza De Mayo y Plaza Congreso- expuso las profundas contradicciones del sindicalismo de pretensión clasista y/o socialista.
La principal no fue la de mayor visibilidad -el hecho de hacer dos actos, el mismo día, por el mismo aniversario desde una misma cosmovisión- sino una parte central de los discursos escuchados desde ambos escenarios. En un concepto repetido de mayor o menor manera pero que fue expreso en los discursos de Claudio Dellecarbonara (en plaza de mayo) y Manuela Castañeira (en plaza congreso) ambos exigieron a la CGT que convoquen a un paro general casi al mismo tiempo de acusarla de entreguista. Del mismo modo hubo expresiones en análogo sentido para aquellos que conformaron el núcleo de la convocatoria al #21F, aunque en este caso lo que se huele es una confrontación de intereses por la representación de ese activo del campo popular que de alguna forma hoy hegemonizan las organizaciones sociales en general y la CTEP en particular.
Ahora bien, la exigencia a la CGT de llamar a un paro general puede leerse en clave retórica -como pedirle a Macri que cambie su modelo económico- o como un reconocimiento a los límites del sindicalismo de izquierda para conducir un proceso de lucha. Y en este sentido, el que más se acopla a una lectura política de la situación actual en la dialéctica patronal/trabajo, lo que la Izquierda acepta es su incapacidad de perforar el movimiento obrero. Esto aún en un momento en el cual varias comisiones de base -sobre todo en el corredor industrial del norte del GBA- empiezan a teñirse de rojo y no puede negarse el crecimiento de la Izquierda cuanti y cualitativo que incluso la ha llevado a ganar conducciones, cómo en el SUTNA, o a constituirse en referencia obligada en sindicatos importantes, como el caso de Sobrero en Ferroviarios. Sin embargo, siguen siendo escasos los logros materiales del sindicalismo de Izquierda en la cotidiana de los conflictos que deben conducir. Por el contrario, errores de lectura profundos ha hecho naufragar algunos de ellos (dónde quedó la carpa de Pepsico frente al Congreso?) y no son pocos los dirigentes de 2da y 3ra línea de los sindicatos «corporativos y peronistas» que empiezan a caminar los conflictos de menor escala llevando la voz cantante de los mismos con resultados aceptables para sus bases.
Así las cosas, el pedido hecho un 1ro de Mayo desde la izquierda combativa a una CGT que a la misma hora celebraba con Dilma Rousseff el día del trabajador en la salón de actos de la calle azopardo pidiendo por la libertad de LULA y reclamando contra la corporación brasileña por lo mismo que se podría criticar a Macri y su gestión, demuestra que la atomización del movimiento obrero es funcional a la depradación del poder adquisitivo del salario y al saqueo de los derechos laborales construidos en los últimos 70 años. La ausencia de lucidez para ver el momento o, peor aún, la pequeñez de ver el mismo y no estar a la altura de las circunstancias para revertirlo, pondrá, a la luz de la historia que narre estos tiempos, a toda la dirigencia gremial en el mismo lugar. Aquel reservado para aquellos que interpelados por acontecimientos extraordinarios tuvieron la respuesta ordinaria de guarecerse en su cotidiana comodidad y señalar con el dedo a los otros por el fracaso propio.