La Justicia laboral lo consideró despido encubierto porque la empresa pagó los honorarios de la escribana en una renuncia y ordenó la indemnización

La Justicia laboral determinó que, cuando una empresa cubre los honorarios de una escribana para formalizar una renuncia, este acto genera indicios de un despido encubierto. En este caso obligó al empleador a pagar una indemnización. En un fallo reciente, la Cámara de Marcos Juárez sentó precedente al proteger a los trabajadores de renuncias forzadas que simulan ser voluntarias.

En un fallo reciente, la Cámara Civil, Comercial, Familia y Trabajo de Marcos Juárez determinó que el pago de honorarios de una escribana por parte de la empresa para formalizar la renuncia de un empleado constituye un despido encubierto.

Este caso, protagonizado por la empresa Metalfor S.A. y un trabajador, ejemplifica cómo la Justicia laboral protege a los empleados en situaciones de renuncia forzada.

La situación surgió cuando el empleado, identificado como D.A.A.G., fue citado por la empresa a una reunión laboral en otra provincia. Una vez allí, se le pidió que firmara una renuncia ante escribana pública, en un contexto en el que la empresa pagó los honorarios de la profesional.

La Justicia analizó el caso y concluyó que esta práctica es incompatible con una renuncia voluntaria, ya que, por definición, una renuncia es un acto unilateral y gratuito. En consecuencia, que la empresa cubriera los costos asociados a este acto fue interpretado como un intento de encubrir un despido.

Además, la sentencia se basó en testimonios y en una pericia psicológica, la cual indicó que el trabajador podría haber actuado impulsivamente ante la presión de la empresa, sin considerar plenamente las consecuencias.

Como resultado, la Cámara de Marcos Juárez declaró la nulidad de la renuncia y ordenó a Metalfor S.A. a pagar una indemnización completa al trabajador, como en cualquier despido sin causa.

Este fallo sienta un precedente relevante para proteger a los trabajadores de maniobras en las que se busca disfrazar un despido bajo la apariencia de una renuncia, especialmente cuando el empleador asume los costos de formalizarla mediante un escribano.