La Organización Internacional del Trabajo (OIT) rebajó sus previsiones para la recuperación del mercado laboral en 2022 y proyectó que el desempleo alcanzará a 207 millones de personas en todo el planeta, un 11,3% más que los 186 millones de 2019, previo a la irrupción de la pandemia de coronavirus.
La previsión del organismo fue publicada hoy en el informe «Perspectivas sociales y del empleo en el mundo 2022», en el que su director general, Guy Ryder, advirtió que «tras dos años de crisis, la perspectiva sigue siendo frágil y la vía hacia la recuperación es lenta e incierta».
«No puede haber una verdadera recuperación de esta pandemia sin una amplia recuperación del mercado de trabajo. Y, para ser sostenible, esta recuperación debe basarse en los principios del trabajo decente, con inclusión de salud y seguridad, igualdad, protección social y diálogo social», sostuvo Ryder.
La entidad previó un déficit en horas trabajadas a nivel mundial equivalente a 52 millones de puestos de trabajo a tiempo completo con respecto al cuarto trimestre de 2019, exactamente el doble que los 26 millones proyectados en el informe de mayo del año pasado.
«El desempleo mundial se mantendrá por encima de los niveles anteriores al coronavirus hasta 2023 como mínimo», indicó la OIT en la presentación del informe.
Asimismo, señaló que «el efecto general en el empleo es significativamente mayor al representado en estas cifras, pues muchas personas han abandonado la fuerza de trabajo» y en consecuencia no son computados como desocupados.
Según las proyecciones, en 2022 la tasa mundial de participación en la fuerza de trabajo se mantendrá 1,2 punto porcentual por debajo de la de 2019.
«En cierta medida, la rebaja de las previsiones para 2022 refleja el efecto que las variantes recientes del virus de COVID-19, como Delta y Ómicron, está teniendo en el mundo del trabajo, así como la significativa incertidumbre respecto del curso futuro de la pandemia», puntualizó la OIT en la presentación realizada en Ginebra, Suiza.
Por otra parte, la OIT advirtió sobre las «marcadas diferencias de los efectos de la crisis», tanto entre los trabajadores de un mismo país como entre ellos, «debilitando el entramado económico, financiero y social de casi todas las naciones, independientemente de su nivel de desarrollo».
«La recuperación del mercado de trabajo más fuerte se observa en los países de ingreso alto, mientras que las economías de ingreso mediano-bajo son las que salen peor paradas», añadió, al tiempo que advirtió que «el efecto desproporcionado de la crisis sobre el empleo femenino se mantendrá en los próximos años».
Por su parte, a largo plazo, el cierre de instituciones de educación y formación tendrá «un efecto dominó» para los jóvenes, en particular para quienes no tienen acceso a Internet.