La Organización Internacional del Trabajo (OIT) reivindicó los diez años de la adopción del Convenio 189 sobre el trabajo doméstico, que fue votado en la Asamblea Anual de Ginebra, Suiza, en 2011, y sostuvo que luego de una década ese personal continúa de forma «inquebrantable» la lucha por «la igualdad y el empleo decente».
«La pandemia de la Covid-19 evidenció la continua vulnerabilidad de esos trabajadores en el mercado laboral. Ese Convenio histórico, aprobado en 2011, confirmó los derechos del sector y, ese personal, continúa la lucha para obtener el reconocimiento como trabajadores y prestadores de servicios esenciales», señaló el organismo tripartito.
Un documento de la Oficina de País para la Argentina del organismo dependiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sostuvo hoy que luego de una década las condiciones laborales «en muchos casos no mejoraron sino que se degradaron».
Un nuevo informe de la OIT, que conduce el exsindicalista británico Guy Ryder, sostuvo hoy que en el peor momento de la crisis sanitaria «la pérdida de empleo entre quienes realizan trabajo doméstico fue de entre el 5 y el 20 por ciento en la mayoría de los países de Europa y también en Canadá y Sudáfrica, pero la situación fue peor en las Américas, que registró guarismos de entre el 25 y el 50 por ciento», puntualizó.
«En ese periodo, la pérdida de empleo entre otros asalariados fue inferior al 15 por ciento en la mayoría de las naciones. Los 75,6 millones de trabajadores domésticos en el orbe (el 4,5 por ciento de los asalariados a nivel global) sufrieron mucho, lo que repercutió en los hogares que dependen de esas personas para atender los diarios cuidados», remarcó.
El estudio sostuvo que la crisis reflejó la necesidad acuciante de formalizar el trabajo doméstico para que ese personal acceda a un empleo decente, por lo que «es necesario ampliar y aplicar la legislación laboral y de seguridad social en esa actividad», añadió.
«La pandemia empeoró condiciones de trabajo ya muy malas. Hay déficit de protección laboral y de seguridad social preexistente, por lo que esa fragilidad se agudizó. Es el caso de los más de 60 millones de trabajadores domésticos de la economía informal», afirmó.
Ryder se pronunció por la necesidad de formalizar el empleo doméstico para acceder al trabajo decente, y reseñó que la adopción del Convenio 189 hace 10 años fue «un hecho emblemático» y aclamado como «un muy importante avance para las decenas de millones de personas que realizan trabajo doméstico en el mundo, en especial las mujeres».
Para la OIT, en una década hubo avances, ya que el número de trabajadores domésticos excluidos de las leyes y reglamentos laborales se redujo más de 16 puntos, aunque aclaró que un 36 por ciento continúa sin cobertura alguna, lo que impone la necesidad de subsanar los vacíos legales, especialmente en Asia, el Pacífico y los países árabes.
Incluso en los que las leyes laborales y de seguridad social garantizan la cobertura, la principal causa de exclusión e informalidad continúa siendo la ausencia de aplicación, ya que solo una de cada 5 personas que realizan trabajo doméstico (el 18,8 por ciento) goza de cobertura de seguridad social efectiva en relación con el empleo, señaló el informe.
El trabajo doméstico emplea a 57,7 millones de mujeres, es decir, el 76,2 por ciento de las personas, con epicentro en Europa, Asia Central y las Américas, pero en los Estados Arabes y Africa del Norte los hombres representan el 63,4 por ciento y poco menos de la mitad del total de trabajadores domésticos de Asia Meridional (42,6 por ciento).
La amplia mayoría de quienes trabajan en el sector lo hacen en regiones de Asia y el Pacífico, en gran medida en China (38,3 millones), y 17,6 millones en las Américas.