El primer aviso surgió del último informe mensual de Caprolecoba (los tamberos del oeste bonaerense): “Lamentablemente la empresa Lácteos Conosur (La Suipachense) entró en concurso de acreedores, y renegocia condiciones para tratar de asegurar la continuidad de su abastecimiento”, reveló ayer el periodista Matías Longoni en el portal Mundo Empresarial.
Acosada por un pasivo cercano a los 250 millones de pesos, la tradicional firma láctea de Suipacha inició el trámite formal para renegociar esas deudas con sus acreedores.
En la planta láctea de la firma trabajan unas 135 personas de modo directo, y habrá otros tantos que lo hacen de manera indirecta, prestando sus servicios a la firma.
Los problemas con los cheques rebotados empezaron hace exactamente un año, en enero de 2017. Meses antes, un comunicado de Apymel había advertido que la firma, estaba siendo “acosada”, esa palabra se utilizó, por el Fisco Bonaerense. En rigor, a mediados de 2016 ARBA le inició una demanda por una deuda de 14 millones de pesos y al poco tiempo sufrió un primer embargo sobre sus cuentas bancarias. Luego se sumó la AFIP.
Los dueños de la firma que operaba La Suipachense, llamada Lácteos Conosur SA, son dos empresarios venezolanos.
Ahora, con la convocatoria de acreedores sobre la mesa, habrá que ver cómo sigue esta película. Para algunos, como decíamos al principio, se trata de pisar el freno antes de caer en el abismo y por eso hacen una lectura positiva.
“Una convocatoria te ordena, no te impide trabajar”, explicó un informante que tiene muy claro cómo funcionan algunos curiosos circuitos legales al propio Longoni.