La visita de Alberto Fernández como presidente electo a la histórica sede de Azopardo 802 de la CGT dejó una cantidad de historias mínimas para contar. Se trató de una mañana repleta de liturgia peronista y de expresiones de dirigentes que buscaron escalar posiciones para estar lo más cerca posible del flamante mandatario.
Desde temprano el ingreso al edificio estuvo complejo. Los lugares no abundaban y hubo algunos forcejeos de gente que quería ser parte del evento pero no tenía las acreditaciones necesarias. Entre los que no tenían el visto bueno para el ingreso figuraban secretarios generales de sindicatos con simple inscripción y algunos que tenían la personería pero no comulgaban con el espacio al que respondían los organizadores del evento. El siempre contundente personal de seguridad se encargó de acomodar el asunto.
Lo que llamó la atención y que desde hace tiempo es un gesto de cada dirigente, fue la elección de cómo ingresar al cónclave. Algunos optaron por el ingreso con sus camionetas al estacionamiento del edificio y otros, más austeros, lo hicieron caminando. Entre esos últimos estuvo Sergio Palazzo, el líder banciario, que llegó con el gobernador electo de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof. Todo un mensaje a la interna, de influencia, de poder y de modo de relacionarse con la gente.
«Hice campaña por el otro candidato pero voté por usted». En el mayor de los silencios, y sin levantar demasiado la perdiz, llegó también Ramón Ayala, el titular de la UATRE y heredero sindical y político de Gerónimo «Momo» Venegas. «Zapallo», como lo conocen en el mundo gremial, encarnó hasta el 27 de octubre la pata sindical de Cambiemos y ahora parece acercarse al fogón.
Para los que no frecuentan la sede de Azopardo, llamó la atención la conducción del evento a cargo del noventoso Jorge Formento, una fija de los actos de la central sindical y un histórica apadrinado del barrionuevismo que se encargó de avisar y leer la carta enviada para la ocasión de CFK.
Mientras Alberto Fernández terminaba su discurso, que encontró sentados en primer plano una vez más al camionero Hugo Moyano y al metalúrgico Antonio Caló, como ocurriera en 2016 por última vez, fueron varios los que ya preparaban alguna prenda con la inscripción de su gremio para acercársela y abrochar una foto. Los primeros que consiguieron la instantánea fueron los dirigentes de a Juventud Sindical Peronista, que le hicieron llegar una gorrita, y las representantes del gremio de Personcal de Casas Particulares UPACP, que le alcanzaron una remera.
Ya de salida los de Andrés Rodríguez logran colar una gorrita de UPCN al auto de Alberto, que se fotografió con el atuendo, y las mujeres sindicalistas, grandes ausentes en el escenario principal del acto, hicieron una suerte de desagravio: lo coparon y se fotografiaron en el centro del Felipe Vallese, un lugar que seguramente las espera en el futuro cercano.