Los trabajadores lecheros piden un porcentaje alto que, según los empresarios se da de patadas con un año como el 2016 que sufrió una caída en el consumo de leche de 8%.
En el arranque de 2016 Atilra se abrió camino exigiendo paritarias semestrales con un primer aumento de 26% y busca otro en el cierre del año de 23%. Para los industriales ese 49% que totaliza es “excesivo, por que supera la inflación de 2016 que en el peor de los casos llegó a 40% y es muy difícil de pagar”.
El presidente del Centro de la Industria Lechera, Miguel Paulón, reconoció que hay posturas hasta ahora irreconciliables: “Lo que ellos han dejado trascender públicamente como pretensión, significa superar en un 50% nuestra oferta y eso es matador”, dijo.
Además los trabajadores obtienen “un aporte patronal solidario” que llega a $ 3.600 por empleado y por mes que se destinan a una Fundación del propio gremio con gastos “difíciles de controlar”. Desde Atilra replican que las obras están a la vista, como el centro de salud de alta complejidad que levantan en Sunchales junto a la Fundación Favaloro.
El aporte, instaurado desde 2009, lo pagan las compañías de gran tamaño, como La Serenísima y Danone. Las pymes lecheras decidieron recurrir a la Justicia y no lo están desembolsando. Y le pasan factura al gremio por “la difícil situación de numerosas firmas”.
En lo que es una demostración de fuerza antes de sentarse a la mesa, Atilra comenzó con asambleas en la mayoría de las plantas que para los empresarios “son paros encubiertos que provocan pérdidas millonarias”. En el gremio sostienen que es la manera que tienen para intentar recuperar lo que han perdido de poder adquisitivo a causa de la inflación.