Las diferencias entre los bloques gremiales reavivan un fuego que parecía apagado en el Puerto de Buenos Aires. Es que el retorno a los primeros planos de la vida gremial de Juan Corvalán, el titular del Sindicato Unidos Portuarios Argentinos (SUPA), profundizan la grieta y ponen en alarma a las terminales que temen por lo que pueda ocurrir en la pospandemia.
Como había realatado InfoGremiales, Corvalán consiguió que la justicia dejara sin efecto el fallo de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial que había ordenado «la cancelación de la personería gremial y de la inscripción gremial de la entidad» y se puso en las últimas semanas al frente de un conflicto con aristas mediáticas.
El revitalizado líder de los estibadores inició una serie de protestas en pleno aislamiento social preventivo y obligatorio en demanda de «un inmediato aumento salarial del 50 por ciento desde el 1 de julio próximo y una suma fija de 15 mil pesos».
Esa determinación le valió un cruce con el titular de la Federación Marítima, Portuaria y de la Industria Naval (Fempinra), Juan Carlos Schmid, que lo llamó a la reflexión y le pidió prudencia. «Ante la grave pandemia de coronavirus, el diálogo y las actitudes responsables son la mejor salida para encausar la situación», puntualizó la organización.
Pero la escalada de declaraciones terminó con Corvalán endilgándole a Schmid el hecho de estar detrás del intento de disolución de su gremio y hasta le revoleo el mote de «macrista».
«Me pintan de amarillo pero la que negoció con Macri fue la Fempinra» declaró, molesto, el estibador.
«La quiebra, suspensión y posterior restitución de la personería gremial del SUPA, de lo que ese gremio acusó a la Fempinra, no puede atribuirse a un accionar externo sino a la propia administración y conducción de ese gremio», contestó la Federación a través de un comunicado.
Por estas horas las protestas de estibadores generaron un nuevo inconveniente. Es que se detectó un nuevo caso de Coronavirus en el Puerto y todas las miradas se centraron en el SUPA al que acusan de no haber respetado el distanciamiento social ni los protocolos sanitarios en sus protestas.
De fondo se olfatea una pelea por el comando del bloque gremial de una actividad estratégica. Corvalán nunca aceptó ser parte de la Fempinra, con la que vuelve a chocar, y la conducción de ese espacio es pretendida por el moyanismo desde que se produjo el quiebre político-sindical entre Hugo Moyano y Schmid.
Por su parte las terminales temen que el regreso de Corvalán atente contra la normalización de las tareas en las pospandemia. De hecho ya empezaron a sondear al Gobierno para tratar de que haya intervención oficial y se aquieten las aguas.