Los panoramas difieren, pero el balance que realizan los dirigentes de los principales gremios de la pesca es el mismo: el año que está por terminar fue uno de los más difíciles para el Puerto de Mar del Plata. A los cerca de 70 barcos que partieron al sur durante todo el invierno por la temporada de langostino, se le sumó una inflación acumulada que superó ampliamente los índices esperados y una zafra de caballa y anchoa, especies con las que se puede trabajar mientras se espera la merluza del verano, que no habría arrojado los mejores resultados.
Este combo configuró un escenario que podría desembocar en una ola de despidos para los trabajadores de todos los sectores y una profundización en la crisis de la actividad.
Los obreros del pescado, agrupados bajo el SOIP, son de los más castigados del universo laboral de la actividad. Así lo señala incluso la secretaria general del gremio, Cristina Ledesma. “Este fue un año catastrófico para nosotros. Cada año que va a pasando es peor, con más gente en la calle o cobrando el garantizado”, indicó en declaraciones a La Capital.
El garantizado es el sueldo mínimo que cuentan los trabajadores “de tierra” y en ocasiones -como la actual, donde el trabajo no abunda o directamente no existe- es el único que perciben. Según se conoció, el monto hoy es de un poco más de $8.000. “¿Quién vive con eso?”, reclamó Ledesma. “Además, ya nos dijeron que eso lo pueden sostener por un año, dos como mucho”, agregó.
“Por nuestro gremio pasan, por día, entre 200 y 300 trabajadores todos en la misma situación. Todos desesperados por la falta de trabajo, todos pidiendo una bolsa de mercadería, lo que para ellos es ‘indigno’ porque dicen ‘quiero trabajar, no quiero llegar a esto’. Pero se llega a ese límite porque la situación está complicada y no vemos cambios de mejoría”, aseguró.
El fantasma del estallido social aparecer también para el secretario general del SUPA, Carlos Mezzamico: “Este año fue uno de los más duros con respecto al volumen de trabajo en los últimos veinte años. Si acá no viene la respuesta del Gobierno, lamentablemente algo va a pasar”, sentenció en declaraciones al mismo diario local.
Según indicó el dirigente, ante el escenario actual solo puede ofrecer trabajo pleno a unos 250 o 300 trabajadores. El total con disponibilidad para operar hoy es de 750. “La gente puede trabajar muy de vez en cuando, lo que hace que el salario a fin de mes no le alcance para cubrir los servicios y para mantener la familia. Por eso es que nosotros estamos recurriendo a las autoridades provinciales porque si bien por ahora no hay despidos, existe una fuerte reducción del trabajo”, indicó.
En la misma línea, se pronunció el titular del Simape, Pablo Trueba, aunque advirtió que la situación de los trabajadores marítimos es “un poco mejor” que la de los trabajadores de tierra. “En nuestra actividad no hubo despedidos por el momento, pero sé que en lo que es la actividad de tierra sí».
“Si los funcionarios de la Provincia y los de la Nación no dan la posibilidad de que Mar del Plata toda pueda trabajar también con el langostino, que hoy es la vedette de las especies y muchos barcos de la ciudad se encuentran limitados para pescarla, es difícil que la gente y las propias empresas alcancen un balance económico. Si no tenemos empresas que trabajen, no vamos a tener trabajadores”, sentenció Trueba.
Y concluyó: “Uno se acostumbra a estar mal, sobreviviendo. Yo pienso que la actividad pesquera en el mundo, bien manejada y permitiendo que todos puedan pescar y producir, no tiene por qué pasarla mal. Es una actividad que se dedica a alimentos”.