Hasta mediados de marzo duró el compás de espera que sostuvo Hugo Moyano, líder de la CGT Azopardo y hombre fuerte de Camioneros antes de empezar a tomar determinaciones. Con la idea de acumular poder para recuperar el liderazgo que tuvo años atrás, Moyano planteó su estrategia político-sindical para el 2014 que incluye el reordenamiento de las fuerzas de la CGT, la pelea por el salario como motor para recuperar protagonismo en las calles y un discurso de neto corte político para intentar, de una vez por todas, cumplir su viejo sueño de posicionarse como una alternativa de poder.
Moyano tiene múltiples facetas. La de dirigente gremial, quizás la más probada y la que mejores resultados le dio con el correr de los años, la de promotor de una conducción fuerte en el movimiento obrero, que implosionó a fines de 2012 con la fractura de la CGT, y la de dirigente político que tuvo más reveces y retrocesos que aciertos. Con una visión clara de poder, el salto de lo sindical a la política siempre fue un dolor de cabeza para el camionero que dio sucesivos pasos en falso, pero no se rinde.
En su búsqueda por encontrar una senda que lo catapulte como opción política en lo que considera un momento de debilidad del gobierno nacional, Moyano hoy sentará a los secretarios generales de los gremios alineados con la CGT Azopardo y con la CGT Azul y Blanca del controversial Luis Barrionuevo, en lo que será el punto de partida de un plan de lucha nacional.
Este rearmado de la CGT, que incluye una convocatoria a la unidad de todos los sectores y la reincorporación de dos importantes piezas, hasta hace poco alineados con el oficialismo, como son la UTA y la Fraternidad, genera un piso importante de presión para posibles medidas conjuntas.
Hasta hace días el líder cegetista había esquivado la idea de salir a «tomar» la calle. Hasta entonces desconoció los insistentes llamados de Micheli para que se sume a las protestas de la CTA que encabeza y pospuso sistemáticamente el inicio de un plan de lucha conjunto planteado en numerosas oportunidades por el gastronómico Barrionuevo. Moyano entendía que había que dejar crecer el malhumor social antes de salir a protestar. Con eso evitaría el repudio generalizado ante las medidas de fuerza inminentes.
Aunque mantuvo a su CGT en las gateras, Moyano alentó las protestas de cada uno de sus gremios. De esta manera logró que Camioneros nacionalice un conflicto por 18 despidos, que UDOCBA defina antes que nadie un paro por tiempo indeterminado en el ámbito docente bonaerense, que la UTA pare ante hechos de inseguridad y que sus gremios estatales movilicen sus filas para presionar a los distintos gobiernos locales.
Pero el compás de espera terminó, poco antes de que se acabe la paciencia de sus socios que lo saben necesario al momento de protestar, y Hugo Antonio saldrá a buscar su trabajo soñado: empleado administrativo del descontento social. El líder camionero está convencido que «Hay un descontento bastante generalizado» y espera sembrar con sus herramientas gremiales, para cosechar con sus herramientas políticas.
Parece bastante improbable que la estrategia que hoy pondrá en marcha Moyano lo acerque a su fin último: ser un candidato potable para la presidencia en 2015. Sin embargo, la persistencia es una de sus características y volverá a jugar el juego de la política que hasta ahora no parece terminar de entender.