Las negociaciones por los lugares en las listas del Frente de Todos tuvieron una particularidad: la unidad gestó un escenario con muchos actores para pocos lugares. En ese contexto el cierre de listas se convirtió en un minuto a minuto y un palmo a palmo para asegurarse un espacio.
Entre los que se llevaron la peor parte están los sindicalistas. Es que a pesar de haber aportado el contexto para el primer acto que reunió a los Fernández, a Magario y a Kicillof, la pata gremial no consiguió prácticamente nada en la pelea por los lugares.
En 2017 Unidad Ciudadana coló 3 dirigentes gremiales en la parte superior de la lista a diputados nacionales de la Provincia de Buenos Aires. En 2019 parece que apenas habrá uno con certezas de tener su banca y marcará un retroceso en la representación de los dirigentes de extracción obrera en la cámara baja.
A pesar de las charlas, sólo Hugo Moyano logró tener confirmado un nombre entre los 10 primeros. Se trata de su hijo y ex titular del gremio de peajes, Facundo Moyano.
A esta hora ni el canillita Omar Plaini, ni el metalúrgico Abel Furlan (que debía renovar su banca) ni Roberto Baradel patrocinado por la CTA de los Trabajadores, ni la Corriente Federal conquistaron un peldaño con posibilidades concretas.
La noticia cayó como una bomba entre los gremialistas que se habían entusiasmado con una participación cuantitativa similar a la de 2017 y que estaban convencidos de poniendo en juego más nombres se aseguraban un piso de 3.
La suerte no fue mejor en la Ciudad de Buenos Aires. Es que ninguno de los 5 primeros lugares está destinado a un sindicalista ni a Carlos Tomada. El dato es que se espera que ingresen unos 4 diputados.
En estos momento lanzan la última ofensiva de presiones para cambiar una suerte que parece echada.