Curtidores, Sitraju, Sadop, Lecheros, Farmacia, Secasfpi, APLA, CEA, Gráficos, Ladrilleros, Aceiteros, Petroleros de Córdoba, UTSA, SATSAID, Molineros, Municipales de Moreno y alguna otra representación que se le escapa a este cronista, sólo lograron la unidad de consigna, en el Micro Estadio de Ferro, cuando entonaron al unísono el «Vamos a Volver» que identifica a las huestes kichneristas. Sin embargo, lo sucedido en el escenario -poblado de dirigentes gremiales de confesa adscripción a la década ganada- fue en consonancia con la vuelta de hoja feroz que está realizando la gran mayoría de dirigentes que orbitó dentro del universo del FpV de cara al futuro.
De hecho, la centralidad estuvo en Sergio Palazzo, un hombre que le realizó 15 paros a CFK y que ayer sostuvo una llamativa reiteración en su discurso de repudio tanto a José López revoleando bolsos (que al momento de escribir esta nota pareciera que no fue revoleo sino entrada pacífica junto con las monjas), como al «conteo de dólares en la rosadita»(sic). Claro que también puso en la misma bolsa de rechazo al Presidente y sus Panamá Papers y al Ministro Juan José Aranguren «cobrando de los dos lados del mostrador».
Antes, el estadio de Ferro se había colmado mayoritariamente de militantes de La Bancaria, acompañado por delegaciones de los diversos gremios mencionados, entre las que se destacaron por número y ruido la de SATSAID, Curtidores, Gráficos y Sitraju. Casi con puntualidad inglesa, el acto comenzó apenas pasada las 18 con el Himno Nacional, en una versión grabada con voces que suele desteñir la participación del público. A continuación arrancó el discurso del «Gringo» Amichetti (gráficos) quien fue expreso en el repudio a «los que se llaman compañeros y votan contra los intereses de los trabajadores». Luego ahondó en la necesidad de unidad -tema recurrente en la tarde noche de Caballito- como en la de la lucha y resistencia: «antes que Sindicatos sin honra, tengamos honra sin sindicatos» cerro el «Gringo» invocando un viejo axioma de la resistencia sindical de la CGT de los Argentinos.
Palazzo fue el siguiente y último en tomar la palabra. Con ideas claras en su discurso, que aún se está fogueando en la fragua del dirigente orador que tanta tradición tiene en el movimiento obrero. «Estamos orgullosos de la grieta»; «Se quejaban de la escribanía y convirtieron el congreso en un mercado persa dónde se compran y venden leyes»; «El avance tecnológico sólo quitó puestos de trabajos en vez de generar puestos de trabajo de mayor calidad»; «La necesidad de la unidad de los trabajadores frente a un gobierno de intereses empresariales»; » No supimos explicar a la clase trabajadora que votó a este gobierno que votaba en contra de sus intereses»; «acá no hay un programa económico sino que hay un programa financiero y monetario en favor de los intereses concentrados», fueron algunas de las expresiones salientes del bancario, de un discurso algo desordenado, donde la supuesta centralidad – el reclamo de un lugar en la CGT unificada en nombre del grupo de sindicatos que tiene un mirada profundamente crítica del accionar del gobierno- quedó opacado y sólo fue expresado breve y claramente sobre el estribo de su alocución.
Mientras esta sucedía, era todo un dato ver el enorme despliegue de Eduardo Berrozpe (histórico dirigente de La Bancaria de extracción Peronista y combativa), que parecía estar tanto o mas entusiasmado que el propio Palazzo por cada detalle del acto. También era un fuerte contraste la figura de Vanesa Siley (joven secretaria general de SITRAJU) que de riguroso negro pareció querer mimetizarse con el resto de los secretarios generales sentados en el palco, mucho de los cuales la doblan en edad. También era curioso el nivel de adhesión con el folclore militante de los distintos secretarios generales presentes, encontrando un punto alto en Walter Correa (curtidores) quien coreaba recurrentemente las diversas consignas agitando los dedos en «V».
Al final, la foto de un dirigente de extracción radical que al cierre de su discurso exaltó la figura de Alfonsín en el mismo plano que la de Perón y Evita y volvió -una vez mas- la mirada sobre la tradición de Huerta Grande, La Falda y la CGT de los Argentinos como referencia de la construcción intentada en el presente (frente a una mayoría absoluta de dirigentes de extracción peronista) pareció enunciar, más una suma de buenas intenciones de las que siempre se encontraron en el MASA y fundamentalmente, en el NUCLEO, que un verdadero proyecto de poder dentro del movimiento obrero. Quizás el mayor mérito de Horacio Ghilini, mentor del ingreso de Palazzo y reconocido sherpa de este grupo, haya sido encontrar un Saul 2.0 (también recordado por Palazzo en su discurso) con hambre de protagonismo y vocación de construcción colectiva, dato no menor en un momento donde los personalismo se comen las construcciones.
Ojalá logren hacer sonar aquellos nuevos viejos rocanroles. Los laburantes de a pie y los dirigentes paridos en los últimos años precisan escuchar esa música.