«Esperamos que no sea una jugada del Gobierno para sacar afuera a una empresa de correo privado y trasladarla al Correo Argentino», bramó Pablo Moyano, secretario Adjunto de Camioneros, y secretario Gremial de la flamante CGT unificada, el día que se masificó la protesta de trabajadores de OCA que no terminaban de cobrar sus salarios.
El menos político de los Moyano blanqueba lo que era el inicio de otro roce entre el clan de los camioneros y el Gobierno Nacional. Tras el gesto de amistad de Hugo cuando selló su salida de la CGT, yendo a almorzar con el Presidente, volvieron las tensiones. Y el tema no es menor en momentos en los que el moyanismo presiona para que el Confederal del 23 de septiembre resuelva una medida de fuerza de la central obrera.
El problema de OCA le trae a los Moyano varios dolores de cabeza. Por un lado pone en riesgo 7 mil empleos directos del gremio, de los 7.800 totales, con lo que ello conlleva. Pero además jaquea al empresario Patricio Farcuh, un viejo conocido de los sindicalistas (y también de Macri por su relación con Nicoás Caputo), que se lo recuerda por el viaje que realizara en 2010 junto con Pablo y Facundo al Mundial de Fútbol de Sudáfrica.
Adicionalmente también le trae complicaciones en la carrera deportiva, una de las principales apuestas por horas de Hugo Antonio. Es que la firma de correos es auspiciante de la camiseta de Independiente, club que preside Moyano padre y del que Pablo es uno de los principales dirigentes. OCA desembolsa anualmente nada menos que 8 millones de pesos para patrocinar al club de Avellaneda, que con la crisis financiera se ponen ahora en duda.
¿Por qué las palabras de Pablo? Sucede que en el gremio sospechan que la crisis de OCA está disparada por una deuda que el Estado mantiene con la empresa, que está a cargo del reparto de los nuevos DNI y pasaportes. La conjetura es que desde el Ejecutivo se presiona en busca de vaciarla para cambiar de manos el negocio.
El conflicto de la empresa, con tintes políticos, está hoy sostenido con alfileres, y agrega un foco más de conflicto a un clima sindical ya de por sí caldeado. Es que el macrismo sigue agregando condimentos para empujar a la CGT a un paro. Algunos creen que se debe a una estrategia deliberada. Mientras tanto otros salen a pedir calma. El viernes se sabrá como sigue esta película.