A las 56 denuncias administrativas por violencia económica, de género y laboral en distintos establecimientos del Conicet, se sumó un nuevo caso, esta vez en Bahía Blanca. «Entre el 2008 y 2011, sufrí violencia de género y laboral por parte de quien fuera mi director», relató la denunciante que mantuvo el anonimato para protegerse.
Una investigadora bahiense del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y de la Universidad Nacional del Sur, explicó que adhirió al petitorio que las investigadoras e investigadores autoconvocados elevaron al presidente Alberto Fernández, a las autoridades del CONICET y a los diferentes organismos no sólo para reflejar «la cantidad de denuncias y situaciones violentas que padecemos» sino también para visibilizar cómo están siendo abordadas en la oficina dependiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación.
La investigadora mencionó que ya existen 56 expedientes administrativos en curso, con situaciones diversas que «van de abuso sexual u acoso laboral», entre otras. «Somos todos trabajadores y estamos tratando de resguardar nuestra identidad porque tenemos familia y dependemos de esto. Yo soy docente e investigadora de la universidad y, entre el 2008 y 2011, sufrí violencia de género y laboral por parte de quien fuera mi director. Esta persona siempre estuvo en una situación de autoridad del CONICET y pasé una situación muy fea porque tuve que someterme a un tratamiento de rehabilitación cognitiva por todo el estrés y toda la situación que viví», relató al medio especializado Periferia Ciencia.
La científica hizo alusión a que la persona denunciada «dio vuelta la situación vivida en el 2011 e hizo acoso laboral contra mí», por lo que decidió hacer una presentación en la UNS, en el CONICET y en la Justicia Federal. «En la universidad mi situación ya pasó por el Comité de Violencia de Género, en junio del año pasado, se labró un acta, pero hasta finales del 2020 no tuve ninguna respuesta. Me han cambiado de sector, pero sigo dentro del mismo ámbito donde esta persona desarrolla sus actividades impunemente«, se quejó.
A su vez, la investigadora remarcó que desde el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas recién ahora ha obtenido una respuesta favorable de que puede cambiar de lugar de trabajo. «Estamos esperando a que la universidad y el CONICET colaboren con la Justicia», aseveró. La científica, a sabiendas de que ello podría implicar una resignación en su carrera, solicitó encarecidamente «un lugar de trabajo tranquilo y en paz».
«Estas cosas afectan un montón a las personas que las padecemos. No sólo a las personas sino también al entorno, a la familia, a los amigos. Destruyen carreras que cuestan mucho construir. Yo no quiero desprestigiar a la universidad, que eso quede claro, porque tengo un muy fuerte vínculo y mi papá ha estado más de 50 años dedicados a ella.»
Y finalizó: «El mensaje claro que quiero dar es que, si yo estoy así, en la posición que estoy y con el respaldo que tengo, no quiero imaginar lo que podría pasarle a una persona que no tiene todos estos recursos.»