Las paritarias de 2015 serán el décimo segundo año consecutivo de negociaciones colectivas y todo un desafío para las conducciones gremiales. Es que por primera vez en la etapa de la posconvertibilidad en el 2014 el salario real tuvo un claro deterioro y recuperar el terreno perdido no será cosa fácil.
La certeza de la incertidumbre sobre las variables económicas tiene a todos en alerta. La posibilidad de encarar un acuerdo largo, en un terreno que todavía no deja de moverse, no atrae a nadie y por eso se recurre sistemáticamente a los parches. Sumas fijas, acuerdos puente, negociaciones a cuenta de futuros aumentos y anticipos paritarios son estrategias para salir del paso.
Ninguno de los gremios de peso, con capacidad de movilización, que por calendario de discusiones paritarias tuvo que sentarse a debatir su actualización salarial, firmó por 12 meses. Bancarios, colectiveros, ferroviarios, conductores de trenes, y petroleros prefirieron postergar el debate final y quedarse con sumas fijas por unos meses. Plata en mano.
Algo similar sucede en el sector público. Aunque con otro interlocutor, un clima de gestiones tolerantes por el año electoral y con un panorama distinto por lo fragmentado del bloque sindical que negocia, las provincias encararon adelantos paritarios para calmar la tensión y ganar tiempo. Aunque todo indica que los plazos se terminan y algunos territorios comienzan a ser un hervidero.
El lema pareciera ser «hay que pasar el verano». Sin embargo no termina de quedar claro que sucederá desde marzo. La disputa por el salario, que promete incluir el debate por el deterioro del poder adquisitivo en 2014, será ardua. Desde los gremios entienden que otra vez no pueden ser derrotados por la inflación si no quieren llegar debilitados para el nuevo liderazgo que parirá el proceso electoral.
Además está pendiente la discusión por Ganancias. Es que la cuarta categoría termina siendo un factor que genera ruido en las negociaciones y tiende a distorsionar los reclamos. La solución de fondo (abordaje integral del tema) no llega y cada vez es más notoria su interferencia para llegar a entendimientos.
Aunque queda claro que, desde marzo, la tanda de gremios importantes aliados con el Gobierno Nacional tratarán de marcar una tendencia salarial con UOM, UOCRA y UPCN a la cabeza, en los últimos años eso no alcanzó para homogeneizar los reclamos. Por el contrario, en lugar de calmar las aguas revitalizó las tensiones y profundizó las diferencias. Como resultado presenciamos una dispersión salarial exacerbada.
Mientras desde lo político-sindical se allana el camino para reunificar a la CGT, parece que en materia salarial seguirá siendo un sálvese quien pueda. Los primeros indicios muestran que en los acuerdos puente que se sellaron en verano se vuelve a evidenciar una dispersión salarial potente. De no cambiar la tendencia (y no hay motivos para pensar que eso suceda) el 2015 volverán a profundizar las brechas salariales entre las actividades. Porque a la unidad se llegará con el corazón, pero no con el bolsillo.