(Por Pablo Cano) Cuando pensé en escribir estas líneas, ayer, mientras empujaba con un fernet liviano un salamín y un queso, tuve que sosegarme para no buscar una computadora y desplegar la catarsis propia que genera la indignación de una tocada de culo hecha por un poderoso mientras te mira como si vos estuvieras provocando su abuso.
Julio Blanck (alter ego de un empleado del grupo clarín llamado julio ivnisky) tituló así su columna dominical «La política intoxica el caso Maldonado» . Ya antes, mas temprano, la foto del juez Otranto posando en el medio de un bosque para el título de su entrevista en el diario la Nación argumentando cómo hipótesis mas fuerte que Maldonado se habría ahogado me agrió el café matutino y me hizo envidiar que el referido juez tenga su despacho en el medio de un bosque…salvo que por los trabajos de imagen hayan llevado al juez Otranto a un lugar distante de su público despacho para posar…para posar.
No pude evitar recordar el «Hicimos periodismo de guerra» expresado por Blanck para ¿justificar? todas las violaciones a las reglas escritas y no del buen periodismo. Y pensé en las personas que hacen (que hacemos) InfoGremiales. Pensé en que mas de una vez tuvimos que achicar plantel porque no nos dan los números, que hacemos varias tareas para mantener el medio en el aire (la web y las redes en nuestro caso), que transitamos relaciones laborales precarias porque es un trabajo casi autogestionado y que mas de la mitad de los que intervienen en este portal lo hacen por compromiso militante con una verdad que debe ser contada, mas allá que haya financiamiento para eso o no. Y pensé que que todos estamos en nuestro derecho de contar lo que vemos desde el lugar dónde lo vemos y que todos deberíamos estar obligados -éticamente los que hacemos InfoGremiales lo sentimos así- a que el lector no tenga duda respecto a que intereses expresamos.
Y al fin de cuentas, ya calmado del primer temperamental enojo, me enorgullecí de ser uno mas de los muchos que hacemos periodismo de guerra. Sabiendo quienes somos, sabiendo que el enemigo tiene muchas caras pero poquísimos y concentrados intereses, sabiendo que cada vez que contamos algo le damos voz a los que otros quieren callar, le damos luz a las realidades que otros quieren ocultar. Somos muchísimos medios, somos muchísimos periodist@s (algunos con títulos y otros, como el que escribe, vocacionales) que sostenemos un relato cotidiano para que la sociedad pueda acceder a información que escape de la monocromía que hoy se impone.
En esta guerra se ha perdido un soldado. Los compañer@s lo buscan.
Los mercenarios, quizás se hayan llevado su cuerpo, quizás estén intentando borrarlo de nuestra memoria. Seguro que no lo están buscando.