Reclamaron frente a la sede de la UTA Tucumán que se declare una huelga porque no había cobrado. Mantuvieron la protesta un par de jornadas. Ahora les llegó el telegrama de despido, la provincia los acusa de «sediciosos» y amenaza con inhabilitarlos.
En medio de un clima de alta tensión a nivel nacional, la semana pasada los choferes tucumanos de la UTA se apostaron autoconvocados frente a la sede sindical. Reclamaron que el sindicato vaya a una huelga total hasta que se pague los salarios.
«Nosotros quisimos establecer un diálogo, llevarles la propuesta de los trabajadores, porque los dirigentes no quieren decretar un paro y aceptan el pago de un 40% del sueldo. Entonces nosotros estamos repudiando eso», indicó en aquel momento Miguel Issa, vocero de los autoconvocados de la UTA a La Gaceta.
Los choferes se quedaron todo el día frente al gremio y hasta plantaron los colectivos en las inmediaciones. «Algunos no tienen para que coman sus familias», contaron los choferes. Les deben parte de abril, los bonos y las horas extras.
Hoy las empresas, en coordinación el sindicato y funcionarios de la provincia lanzaron una contraofensiva. Despidieron a los líderes de las protestas y salieron a amenazarlos con inhabilitarlos para conducir.
Los telegramas que llegaron hasta el momento son aproximadamente una quincena. En todos se alega «Justa causa», excusa que les permitiría a los empresarios poder sortear la prohibición de despidos que rige a nivel nacional.
Por su parte el Director de Tránsito de San Miguel de Tucumán, Enrique Romero, salió a amenazar a quienes protestaron. Primero los acusó de «sediciosos» y aseguró: «Vamos a proceder a la inhabilitación de la licencia de conducir profesional por uno o dos años».
Y fue todavía más allá burlándose de quienes se quedan sin empleo. «Les sugiero que se compren un monopatín de juguete porque no van a poder manejar».
Desde la Agrupación Juan Manuel Palacios, opositora a nivel nacional a la conducción de Roberto Fernández, salieron a cuestionar al titular de la UTA Tucumana. Acusaron a Cesar González de traicionar a los trabajadores y lo acusaron de ser «tibio, escapista y de «tener compromisos con los empresarios».