Globant es uno de los unicornios argentinos que obtuvo beneficios multimillonarios del Estado con la Ley del Software. Emplea a cientos de trabajadores sin convenio colectivo de trabajo y sin el pago de horas extra, entre otros beneficios. Además hay salarios por debajo de la canasta básica y los aumentos son discrecionales.
Hace algunos días Alejandro Raúl Scannapieco, contador público y ejecutivo de Globant -el unicornio tecnológico argentino con foco el desarrollo de software a medida- se convirtió en el primer empresario en ser avalado por la justicia en su reclamo de no tributar el aporte extraordinario a las grandes fortunas.
Globant es una compañía argentina fundada en 2003 por Martín Migoya, Guibert Englebienne, Martín Umarán y Néstor Nocetti. Hoy cuenta con oficinas en 34 ciudades de 16 países y emplea a más de 12.500 personas en todo el mundo.
La firma es una de las grandes beneficiarias de la Ley del Software en Argentina. Recibe fuertes rebajas de impuestos, importantes rebajas de aportes patronales y el ingreso de fondos para la promoción de la industria.
Según las estimaciones de los conocedores de la industria, el conjunto de empresas de Globant embolsó en 2019, sólo por esos beneficios, unos 700 millones de pesos. Sólo ese sería un buen argumento para poder tributar algo de lo que ahora se necesita en pandemia
Pero el mayor problema reside en que la empresa, que es altamente subsidiada por Argentina, no cumple con las mínimas condiciones de trabajo. No implementa un convenio colectivo, no hay mesa de negociación de condiciones de trabajo con sus empleados, persigue a quienes buscan sindicalizarse y no se cumple la legislación laboral.
Varias de esas cuestiones se pueden comprobar en los grupos de programadores en los que se cuenta la experiencia de trabajo: «Lo malo es el ambiente laboral, excesivas presiones. no pagan horas extra», repasa un exempleado.
Otros relatos hablan de los salarios iniciales de «explotación». De hecho, según pudo comprobar InfoGremiales, los salarios de un programador Semiseñor por estas horas está por debajo de la canasta básica. Es decir, por debajo de la línea de pobreza.
La falta de aplicación de un convenio colectivo y el no reconocimiento de los representantes sindicales de la actividad implican la discreción en el pago de los haberes y en la aplicación de las actualizaciones anuales. Además no hay quien pueda discutir el pago de las horas extra y los pagos de aguinaldo.
La explicación de Migoya de esta situación es el «pago CV». Para el dueño de la firma trabajar en Globant es una retribución extra para sus empleados que tienen que valorar por sobre los ingresos.
La historia de los intentos de sindicalización en Globant, que no son pocos, terminaron todos de la misma forma. Con persecución y despidos discriminatorios. La empresa hasta ahora se negó sistemáticamente a reconocer el derecho constitucional a agremiarse.