(Por Luis Autalán @luisautalan / Fotografía Ariel Gaspardi) Es uno de los dirigentes del interior con predicamento federal que integra la conducción de la UOM en la era liderada a nivel nacional por Abel Furlán desde 2022. Lo cual implica diferencias que no oculta con la dinámica de la cúpula anterior al comando de Antonio Caló. Y el cordobés Rubén Urbano mantiene su zoom crítico para el peronismo de su provincia y el Frente de Todos ante los desafíos de un año electoral. Sobre esa mixtura y en la deuda asumida de construir puentes para unir al país Urbano dejó un rescate emotivo a quien considera su mentor: José Manuel de la Sota.
Está aceptado universalmente que una paradoja puede constituir el hecho que, en apariencia, es contrario a la lógica pero transita y transmuta otros tantos contenidos que -concretos al fin- complican todavía más cualquier interpretación de la realidad que presuma alguna lógica. Y con las pruebas históricas y recientes la Argentina también integra el podio mundial de las paradojas. El trazo no sería antojadizo si para 2023 alguien apunta en la bitácora nacional que el país recorre los senderos hacia el pleno empleo con las mochilas donde transporta salarios de pobreza para sus trabajadores y trabajadoras registrados, amén del casi 50% de informalidad y otras yerbas malas.
Otra paradoja se puede focalizar, geografía y política mediante, en relación a un hecho ocurrido hace 54 años en la provincia de Córdoba y el presente político de tal distrito casi en aras de dogmas liberales como lo revelan las últimas elecciones, graficando el resultado de las urnas con color amarillo para el liderazgo de esas tierras mediterráneas. Neto contraste con lo ocurrido allí entre el 29 y 30 de mayo de 1969 y definido como “El Cordobazo”, una huella sindical argentina que incluye realidad, mitos y leyendas. Un hecho que, según crónicas de época, se resume como la insurrección popular y obrera en esa capital provincial que fue liderada por Miguel Angel Correa (Sindicato de la Madera), Elpidio Torres (Smata), Atilio López (UTA) y Agustín Tosco (Luz y Fuerza), todos integrantes de la CGT.
Dos paradojas inevitables para la charla con nuestro anfitrión Rubén Urbano, quien desde 2012 es el secretario general de la UOM de Córdoba, ocasión en la que derrotó a su antecesor Augusto Varas. En 2022 el metalúrgico se incorporó a la CGT Regional como parte de la comisión normalizadora designada por Azopardo, ante irregularidades surgidas en la anterior gestión, y el 30 de marzo asumió como uno de los tres secretarios generales de esa confederación mediterránea, junto con Ricardo López (ATSA) y Edgar Luján (Camioneros).
Para esta ocasión Urbano recibe en su oficina de la sede metalúrgica de la calle Alsina a InfoGremiales. Dentro de la estructura de la conducción nacional metalúrgica actual el cordobés tiene a cargo la secretaría de Prensa, Propaganda y Cultura. Y prueba de ello están diarios acomodados prolijamente sobre su escritorio, cerca de un banderín de su amado Instituto de Córdoba, «La Gloria» que el año pasado regresó a Primera en el Fútbol Argentino. Una paradoja deportiva también, ya que dicha entidad tiene un palmarés de figuras históricas que ameritarían su permanencia en la máxima categoría a través de los años y dicho club empero sabe de atravesar también sus propias crisis, como la provincia y la nación.
Tiempo de la charla entonces, geografía, política y fútbol mediante:
«No sé si se corrió Córdoba o la corrieron hacia la derecha. Y eso que muchas veces hubo peronistas muy leales a lo que es realmente la bandera justicialista en mi provincia y no han sido escuchados. Un caso concreto es el de mi mentor: José Manuel de la Sota»
Rubén Urbano
-¿Córdoba es un país en sí mismo, y por lo tanto la UOM de Córdoba es diferente al resto?
-No, para nada. Queremos estar nosotros también metidos dentro de nuestra querida República Argentina. Somos muy argentinos y nos sentimos orgullosos de ello, pero por ahí no nos sentimos integrados como quisiéramos, y pese al esfuerzo que siempre hemos hecho desde Córdoba. Un provincia que tiene su historia, su trayectoria, este martes 29 vamos a conmemorar lo que fue «El Cordobazo». Una síntesis de esa rebeldía que tienen los cordobeses, que se demuestra en todos los lados, por esa impronta que siempre se le pone, y no sólo por el Cordobazo sino por la revolución universitaria también, como por otro montón de cosas que se han hecho a partir de Córdoba. Por ahí los cordobeses estamos vistos como que podemos ser jodidos y no, por ahí somos extremos en que queremos lo que realmente nos corresponde.
-¿Dios tiene todas sus oficinas en Buenos Aires o hay alguna en Córdoba?
-No, siguen estando acá (risas). Queremos que sigan estando acá porque peregrinamos todos a la Capital Federal, ante las mayores necesidades. Está bien, porque es la Capital de la Nación, y evidentemente es donde se tienen que debatir y hacer todas las cosas a nivel nacional.
-¿Podría decirse que se corrió mucho a la derecha su provincia en los últimos años?
-Sí, evidentemente. No sé si se corrió Córdoba o la corrieron hacia la derecha. Y eso que muchas veces hubo peronistas muy leales a lo que es realmente la bandera justicialista en mi provincia y no han sido escuchados. Un caso concreto es el de mi mentor: José Manuel de la Sota. El muchas veces quiso, no imponer, sino tratar de probar cierta iniciativa para que le fuera mejor al país, como tender los puentes necesarios para que no hubiera más grietas. Esos puentes se sostienen en un contexto nacional y popular, pero De la Sota no tuvo el alcance ni el apoyo para poder desarrollarlos a nivel país. Después que falleció este compañero se empezó a notar mucho más lo que él decía y hacía. Empezó a probarse, a entenderse qué clara era su concepción política. Fue recién después de su muerte. ¿Algo que generalmente nos pasa a los argentinos no? Cuando alguien ya no está empezamos a ver todos los valores que tenía tal o cual persona. No lo hacemos cuando están vivos, cuando hay que reconocerlos.
-No se valoró incluso en el peronismo nacional, en tiempo y forma, a de la Sota.
-Así es.
-Lo mencionó como su mentor, ¿le duele que no haya existido ese reconocimiento?
-Obvio que me duele porque conociéndolo, y ahora que al parecer mucha gente asegura que lo conoce, inclusive acá en Buenos Aires. Bueno, se aprecian esas diferencias en las cosas que él decía como si fuesen elementos sueltos pero son parte de un todo y con plena vigencia. Entre ellas que ser peronista no es un pecado, es algo que nos tiene que hacernos sentir orgullosos. Es sentirnos muy nacionalistas, muy del pueblo, porque lo popular va pegado a la piel de cada uno. Y tenemos que sentir lo que le pasa al obrero y nos tiene que doler, aunque pueda ser incluso que alguien no sea de la clase obrera. ¿Eso es justicia social, no? Algo que el peronismo lo tenía, lo tiene y lo debe mantener y fortalecer siempre, más allá de cómo nos pueda ir en una elección. Pero no voy a pontificar, sino que nos corresponde asumir que si hoy hay movimientos de derecha, pero muy de derecha, liberales, pero liberales a extremo en este país evidentemente también es consecuencia de que los peronistas no nos hemos puesto de acuerdo para poder frenar ese liberalismo que nos está atravesando…
-Una derrota en la «batalla cultural», agravada en tiempos de las nuevas generaciones.
-Es que no es casual que le estén comiendo la mente a muchos jóvenes que terminan pensando que la solución es el liberalismo de derecha, y que el peronismo es lo malo, causante de todos los males. Es algo que nos está pasando. Y no nos damos cuenta, lo digo con mucha angustia ¿eh? Estamos en un año eleccionario viendo que el peronismo se nos va de las manos, que no vamos a poder sostenerlo, y que el avance de la derecha es día a día y a pasos agigantados. Nosotros, lamentablemente, no hemos visto esos errores. Digo nosotros desde un gobierno, que si bien no es peronista, es lo más parecido al peronismo, que es el kirchnerismo. Lo concreto es que no hemos podido darnos cuenta de eso y dejar peleas de lado, dejar de ver de al costado, como se lo veía De la Sota, y empezar a entender que todo peronista debe unirse para evitar que este neoliberalismo no siga creciendo y avanzando y ganar esa batalla cultural que decís. Obviamente, también hay que mencionar a los que siempre estuvieron en contra del peronismo, que fueron los del norte. Y ojo, no sólo fueron los colonialistas, están los que van a ayudar al neoliberalismo para intentar terminar con el peronismo y de esa manera seguir como rey de reyes.
«Cuando ya no se tienen ganas, entusiasmo y fuerza para llevar adelante un conflicto, y esos conflictos empiezan a ser lo secundario y no la prioridad, ahí uno perdió la adrenalina que significa ir a discutir con el patrón, Todo eso te está indicando que tenés que hacerte a un costado»
-¿Habla usted de los Estados Unidos y de los fanáticos nacionales a ese imperio?
-Si, y de todos los que están siempre pendientes, esperando que Estados Unidos baje línea. Fijate que esa país nunca antes pudo atravesar al peronismo. Era algo imposible porque la gente moría por Perón, pero ellos optaron por infiltrarse, a meterse entre las filas del peronismo. Un caso histórico lo tenemos con Carlos Saúl Menem. Alguien que primero se puso un poncho de peronista y después se puso precio con una bandera que era de estrellas, en vez de la bandera argentina. Ahí sucedió y hoy también vemos cómo se fue introduciendo. Nosotros los metalúrgicos lo vemos en la actualidad y también en las multinacionales, que dependen todas de Estados Unidos o de la política liberal. Se te van metiendo en la cabeza de los trabajadores, apuntan a algo que logramos con Juan Perón, como la Ley de Contrato de Trabajo y los Convenios Colectivos, vienen por eso. Las multinacionales tratan de romper con todo eso.
-¿La elección de Abel Furlán como secretario general marcó un antes y un después en la UOM? ¿Cerró un capítulo con la etiqueta «ni vencedores ni vencidos», o en realidad quedaron algunas heridas y cicatrices que todavía están tratando de curar?
-Está claro que marca un antes y un después. No lo digo yo solamente, lo dicen los trabajadores y trabajadoras en cada Congreso Regional que estamos haciendo en el interior. Lo ven a Furlán como alguien esperado, como una figura esperanzadora para nuestra querida UOM. Se lo destaca para lograr metas, en un liderazgo que él tiene y lo demuestra, como para ser él quien levante y vuelva a poner a la Unión Obrera Metalúrgica en el lugar donde siempre tendría que haber estado.
-El debate del Congreso Nacional de Mar del Plata lo reflejó, incluso con alguna fricción.
-Yo te hablo de los congresos regionales que se dieron antes del debate de Mar del Plata. En esos foros regionales tuvimos el acercamiento de cada delegado de todas las zonas del país, del norte, del sur, salvo Buenos Aires que ahora estamos comenzando a hacer los regionales. Ahí constatamos que las necesidades de los trabajadores son las mismas, lo que cambia son las idiosincrasias. En esas idiosincrasias nos estamos enriqueciendo y completando una agenda que abarca todas las necesidades de los trabajadores. Para poder discutir con todos los elementos indispensables, y el día de mañana, mañana mismo te diría, los Convenios Colectivos. Ahora, el Congreso de Mar del Plata reflejó a trabajadores…Bueno, a trabajadores que querían expresarse y decir que si hoy estamos mal es porque hubo años de inacción, años de no escuchar, de no hacer lo que se está haciendo hoy, a conciencia, en cada congreso regional y por todo el país.
-Estuvo a punto de decir, «trabajadores cansados».
-Sí, trabajadores cansados y desesperanzados que es peor. Que no tengan más esperanza en la UOM es lo peor que nos puede llegar a pasar a todos, a dirigentes y a los trabajadores de la metalurgia. Hoy están levantando esa esperanza otra vez, y nos lo dicen. Y no son palabras nuestras en su boca, lo dicen ellos, «ahora volvemos a tener esperanza en lo nuestro, porque hay cambios, se discute de manera diferente, se nos escucha, se nos ve, se está mejorando en un montón de cosas». No se trata de magia o iluminación, se abrió la UOM como siempre debió estar abierta para los trabajadores y trabajadoras. Tenemos que entender que si la Unión Obrera Metalúrgica tiene vida es a causa de sus trabajadores. Si tiene una razón de ser y si ha sido la gran UOM, fue por la fortaleza que le han dado los propios trabajadores. Es algo que no tenemos que olvidarnos jamás los dirigentes, que nuestros dependientes y representados tienen que ser quienes marquen una línea y nos la hagan llegar para que no nos olvidemos jamás que los trabajadores/as son la parte fundamental de la organización.
-Hay directivos de las cámaras empresarias que apuntan, no sólo en paritarias, que esta conducción de la UOM «es más beligerante». ¿Lo toma como un piropo para ustedes?
-Ni ahí que lo tomo como un piropo, para mí es algo normal. En Córdoba siempre me han tenido por alguien que no fue fácil para los empresarios. Vengo de ganar también las elecciones en mi provincia, compitiendo con quien era el secretario general antes. Y nos acompañaron porque si bien había en Córdoba una UOM rebelde, con el tiempo se pasó a hacerle muchos guiños al sector empresario y obviamente los trabajadores estaban bastante desilusionados con eso. Por eso, si me preguntas a mí, que desde 2012 a la fecha soy el secretario general, ¿fue fácil? Te respondo, nada viene fácil, pero estaba convencido de lo que tenía que hacer, y los trabajadores mismos también. Sabemos que el cambio se tenía que dar urgente porque ya conocían los informes de trabajo. Antes de llegar a ser secretario general de los metalúrgicos de Córdoba, me acuerdo perfectamente, con el compañero Antonio Caló como secretario general a nivel nacional, me cruzaban los empresarios por lo beligerante que era yo, por la forma de encarar cada vez que cerraba una paritaria. Algo que el compañero Caló cerraba para la baja, no para arriba. Bueno, en Córdoba salíamos a pedir aumento, algún incentivo por la producción, por la puntualidad, algún incentivo más para que les dieran a los trabajadores y que puedan hacer horas extras, y que eso los ayudara algo. No porque somos fenómenos, sino porque sabíamos bien que a nuestros compañeros/as no les alcanzaba para comer con los salarios que tenían.
-¿Cuánto tiene que ver, para sostener esa tesitura, el mantener un contacto dinámico con las nuevas generaciones, inclusive con jóvenes que mal suponen que paritarias hubo siempre?
-Por supuesto que sí, es como vos lo describís y también creo que es necesario que se den los cambios generacionales que te van marcando los tiempos como en toda actividad.
-¿Algo que no incluye el tirar a los viejos por la ventana?
-¡Soy paracaidista! Así que llegada esa emergencia sabría cómo caer (risas). Fuera de la broma, nunca se tira a los viejos por la ventana pero sí hay que darse cuenta para saber dar un paso al costado y dejar a las generaciones nuevas que vienen con otro ímpetu y otras ganas. A ver, ¿Cuándo uno empieza a darse cuenta que tiene que dejar de jugar al fútbol?, cuando te cansás, te duelen las rodillas y te agitás demasiado. Es clarito, ahí uno empieza a ser una mochila, una carga para el equipo. Bueno, en ese momento, efectivamente uno tiene que dejar de jugar al fútbol. Entonces en la dirigencia gremial cuando ya no se tienen ganas, entusiasmo y la fuerza para poder llevar adelante un conflicto, cuando esos conflictos empiezan a ser lo secundario y no la prioridad. Bueno, ahí uno perdió la adrenalina que significa ir a discutir con el patrón, Todo te está indicando que tenés que hacerte a un costado, porque ya estarían jugando los intereses de otro costal.
-Para apelar a la metáfora futbolera, caso contrario en Instituto de Córdoba estarían jugando Alberto Beltrán, Osvaldo Ardiles, la «Lora» Oliva y el Granadero Klimowicz.
-Bueno, yo te hablaba de sindicalismo. En mi querido Instituto estaría haciendo falta que vengan ellos nuevamente, es más, creo que andaríamos mucho mejor en la tabla de posiciones. (Risas).
-Cuál es su mirada de la CGT hoy, incluyendo las regionales
-En la CGT alguna vez hubo 7 cosecretarios generales o 9. Es muy difícil ponerse de acuerdo entre 2 o 3, una proporción directa es más difícil es ponerse de acuerdo con más cantidad de dirigentes. Para mí la CGT tiene que estar conducida por una sola persona, un solo secretario general, un solo secretario adjunto, como lo fue con José Ignacio Rucci, Saúl Ubaldini y otros grandes dirigentes, pero acá siempre han habido esas divisiones, que para mí, son por más apetencias personales y no por las necesidades que tienen los trabajadores.
«La CGT tiene que estar conducida por un solo secretario general. Pero acá siempre han habido esas divisiones que son por apetencias personales y no por las necesidades que tienen los trabajadores»
-¿Cuestiones de ego?
-Cuestiones de ego, evidentemente. Las que hacen que hoy tengamos un triunvirato que, y no lo digo yo porque es vox populi, que no se estarían llevando bien, andan a los tironeos, y al final saben bien que se pierde más separándose que estando unidos. Por ahí las necesidades, la situación que está pasando el país, todo lo que está por venir, hacen que, hoy por hoy, estén unidos. Lo que sí veo como muy bueno de esta CGT, y no es sólo porque al frente de la secretaría del Interior está nuestro secretario general, Abel Furlán, es que con su gestión se han normalizado más de 60 regionales. Fijate que en los mejores tiempos de la CGT si se llegaban a normalizar 8 por año era mucho. Hoy en un año y algunos meses más se normalizaron 60 regionales, de Jujuy a Ushuaia, de norte a sur, Furlán y el compañero Horacio Otero, en esa labor han logrado una faena tremenda.
-¿La normalización de las regionales con «modo silencioso» y en tiempos de crisis?
-Silencioso, con perfil bajo, pero con una dinámica fundamental: la hacen recorriendo muchos kilómetros, conversando con todos, todas, cada uno y cada una. Porque como te expresaba recién, si no hay una buena comunión entre los máximos dirigentes de la CGT, es más difícil poder tener lograr una comunión con los tironeos que hay en el interior y con el interior. Y eso que todos somos del interior y confederados, obedecemos, tenemos la línea que se baja a nivel nacional, y si ahí no hay acuerdo es difícil de hacerlo en las provincias. Pero ahora hay seccionales que durante 40 o 50 años no lo lograron y se normalizaron ahora, por ejemplo nuestra CGT en Córdoba hacía más de 30 años que no se normalizaba.
-En la CGT Regional La Plata, que tiene un neto perfil kirchnerista, hubo dirigentes del núcleo dialoguista y dominante en Azopardo, léase sin simpatía «K» alguna, que estuvieron en el acto de su normalización para bendecir a los platenses. ¿Considera que ése es el camino?
-Sí, obvio, sin lugar a dudas el es camino. A ver, teniendo en cuenta esa lectura, y porque ahora soy conductor de la CGT de mi provincia, es lo que les planteo a los muchachos adentro, más en una Córdoba que está convulsionada con el peronismo, con el radicalismo etc. Fijate que Córdoba fue cuna del radicalismo durante años, y eso confunde bastante, pero los trabajadores somos mayoritariamente peronistas en todos lados, te pregunto: ¿Por algo debe ser no? Pero aún así les digo a los muchachos: «La CGT no es una unidad básica, las puertas de la CGT tienen que estar abiertas para todos los trabajadores, piensen como piensen».
-Una remera que diga, «puertas abiertas para todos»…
-Seguimos confluyendo en la mayoría peronista, pero si hay un trabajador que piense diferente no le podemos cerrar las puertas de la CGT. Inclusive la defensa que tenemos que hacer tiene que ser la misma, sea peronista, piense como piense, de izquierda, sea como sea, venga de donde venga. Le exigimos al trabajador respeto por la CGT y por todo lo demás, por la mayoría de nuestros compañeros y compañeras que son peronistas, pero también respetamos a los trabajadores o a alguna organización que, aunque sean minoría, se merecen el respeto como cualquier otra.
-¿Cómo es su mesa chica, su familia?
-Mi esposa, que nos conocemos hace más de 50 años, estamos casados hace 46, tengo hijos grandes ya, son tres, una fallecida, y ahora tengo tres nietos también.
-¿Todos sos hinchas de Instituto de Córdoba?
-Pero, obviamente, el que no es de Instituto no come en mi casa. (Sonrisas)
-¿La patrona inclusive?
-Sí, ella me sigue en todas y siempre me pregunta: ¿Cómo salió Instituto?
-¿Alguna vez tocó la banquina del padre ausente?
-Varias veces. Siempre se ha dicho que detrás de un gran dirigentes tiene que haber la mejor persona, la mejor mujer, tiene que haber alguien que acompañe siempre en las malas y en alguna buena si la hay. En el caso nuestro hay muchos de mis compañeros de la comisión directiva que comparten esa situación que me preguntás. Y es muy difícil entender la situación cuando uno falta a la casa semanas completas. Porque tenemos que estar en las luchas, los conflictos, las mesas de negociación, en las tomas de fábrica. Y la mujer y los hijos tienen que entender que muchas veces no nos queda otra que permanecer en las fábricas. Mirá me ha tocado ir la casa de mis compañeros a explicarle a las señoras que sus maridos estaban dentro de una empresa defendiendo su puesto de trabajo. Con el que esa familia esa familia sobrevive, pero son ausencias difíciles de asimilar lo comprendemos desde siempre.
-Es sabido que «el tiempo perdido no se recupera» y que «el tiempo no espera a nadie».
-Sí, por supuesto. Sucede que uno tiene mucha responsabilidad como secretario general, mucha más en una seccional y están las responsabilidades del hogar, son muchas las preocupaciones. Asumo que uno quiere estar en todos lados y no puede. Por ejemplo, te cuento una anécdota, cumplo años el 19 de abril, el mismo día que se creó la Unión Obrera Metalúrgica, más allá que el acto se hizo el día 20 (risas). Nosotros tenemos los congresos nacionales en abril, el 17, 18, 19, 20. Y me toca pasar siempre mi cumpleaños en esos congresos. Le digo a mi familia entonces: «Cuando vuelvo espero tener una torta, les hago un asadito y celebramos juntos». Pero el día de mi cumpleaños lo paso con mis compañeros y compañeras trabajadores, ellos también me hacen sentir como en casa y bien acompañado.
«Al odio no se le puede contestar con odio. Pero es lamentable y tan grande el odio, es tal el asco que le tiene la derecha a los trabajadores, a los pobres, que esto hace que se propague todavía más»
-¿Su cable a tierra?
-Mis nietos.
-¿Música, cine, libros?
-Por ahí me pongo la televisión para ver películas, y ahora uno puede ver hasta cierto momento y puede volver luego a verlas. Es más, siempre las tengo que volver porque me olvido cómo iba la trama del film (risas). Bueno, hace algunos años no teníamos esa posibilidad de retomar una película pero acá la tecnología algo te ayuda.
-¿El humor cordobés es el mejor de la Argentina?
-Sí, por lejos.
-¿Qué música escucha?
-Me gusta mucho el tango y el folklore, pero no reniego del cuarteto.
-¿Coca y Fernet?
-En un tiempo. Me gusta más el Malbec ahora.
–¿Cuántas mujeres trabajan en la UOM?
-A nivel nacional debe haber afiliadas unas 50.000 compañeras trabajadoras.
-Para imaginar ese universo, todas juntas llenan el Estadio Mario Alberto Kempes.
-Obviamente, y sería una multitud con fuerza y alegría. Hay administrativas, de campo, y en las plantas también, tenemos buenas soldadoras, torneras etc. ¡Hay mujeres que sueldan de maravilla!
-Para nuestras generaciones era algo impensado.
-Sí, nunca una mujer iba a estar cerca de un crisol, como decimos nosotros, cerca del fuego, del calor, de agarrar esos hierros tan pesados que en invierno están helados y en verano hirviendo. Pero tecnología mediante, como la actividad empieza a evolucionar, ahora se trabaja mucho con plásticos, cableados, motores eléctricos chicos y herramientas más accesibles. Ahora, no descubro nada si destaco la delicadeza que tienen las mujeres para poder dar el toque final a todo tipo de trabajos, son manos especiales y marcan la diferencia en muchos productos.
-¿Hay dirigentes sindicales que la destratan a Cristina por su condición de mujer?
-No creo que ni en la dirigencia sindical y el peronismo alguien la vaya a destratar por ser mujer. Quizás en estos días puede llegar a tener algún tipo de cuestionamiento por la decisión de no ser candidata, sabiendo que era la única que podía lograr los votos necesarios para darle un parate al neoliberalismo. Lo mejor que le puede pasar al trabajador común, al trabajador de pie, es que Cristina sea la presidenta. En esa situación estaríamos mucho más cerca de nuestra propia idiosincrasia, nadie puede dudar que con la derecha la vamos a pasar muy feo. Vamos a tener que estar peleando muy fuertemente y con armas diferentes. Por lo menos con el peronismo, con Cristina, podríamos discutir y salir a luchar por los intereses de los trabajadores y trabajadoras.
-¿Hubiese sido posible una fórmula Massa-Cristina, usted la habría votado?
-Obvio. ¿Por qué te digo esto? porque inclusive en Córdoba se lanzó alguien que había sido tres veces gobernador, como es Juan Schiaretti, todos sabemos que él trabajó para el peronismo muchas veces. Ahora, vuelvo a tu primera pregunta en cuanto a si Córdoba se cruzó mucho a la derecha. Y es así porque está más cerca del macrismo y del liberalismo que del peronismo. Sin lugar a dudas que si Schiaretti hubiese continuado con su línea de peronismo sería una muy buena alternativa. Fijate que con la toma de deuda y la fuga de dólares se le hizo mucho daño a los productores rurales y a los empresarios. Ellos no son tan estúpidos como para no darse cuenta de esto que te comento. Schiaretti, al no estar Cristina, hubiese sido una alternativa válida inclusive para el peronismo, pero bueno se va a juntar con el PRO, o sea con el liberalismo, con quienes nos van a hacer bolsa. Y para marcar diferencias tengo que volver a mencionar a Juan Manuel de la Sota, porque fuí testigo cuando Macri le ofreció la Cancillería. Y su respuesta fue “no Mauricio, te agradezco la deferencia de haberme convocado pero yo soy peronista, la intención mía es empezar a trabajar desde Córdoba para tratar de reunir al peronismo tendiendo puentes”, así le explicó.
-Una respuesta cabal y peronista al mismo tiempo. Todo un contraste para estos días donde la derecha siembra odio. Y vale preguntarse: ¿qué se puede cosechar de eso?
-Como cristiano católico que soy debo decirte que al odio no se le puede contestar con odio. Pero es lamentable y tan grande el odio, es tal el asco que le tiene la derecha a los trabajadores, a los pobres, que esto hace que se propague todavía más. Al mismo tiempo hay trabajadores muy pobres y jóvenes que pugnan por un buen trabajo, no lo consiguen, y piensan que Milei puede ser una solución para ellos, sin saber que Milei viene a pisarles la cabeza definitivamente. No entienden realmente la ira, la bronca y el asco que le tienen a todos los trabajadores y trabajadoras.
-Considera que los trabajadores que apoyan a Milei se enamoraron de sus verdugos.
-Sí, lamentablemente en muchos casos es así.
-Usted aseguró que el Gobierno Nacional pecó por exceso de tibieza, ¿le trajo algún problema haber expuesto una crítica tan fuerte?
-No. Lo dije y lo sostengo con dolor obviamente. Me hubiese gustado que este Gobierno cuando comenzó Alberto, hubiese tenido un direccionamiento natural y de fortaleza para un montón de cosas. De arranque empezamos a ver que se actuaba con tibieza y se siguió así. Uno no lo afirma desde la jactancia sino porque de una manera u otra también trabajamos en la política. Considero entonces que falto un poquito de inteligencia para manejar un montón de cosas y este Gobierno tuvo que haber tenido al menos una mejor cintura política para enfrentar a los grupos concentrados, a los medios de prensa y al Poder Judicial, y fijate en este último caso es evidente todas las trampas que hacen para frenar al Gobierno.