Alpargatas anunció que bajará las cortinas en su fábrica de zapatillas en Villa Mercedes, San Luis, y cerrará su línea de calzado en la planta ubicada la localidad bonaerense de Florencio Varela.
La apertura importadora, la caída del mercado interno y los aumentos de costos son los argumentos esgrimidos por la empresa de capitales brasileños al despedir 150 trabajadores sobre una plantilla de 3600 empleados. La compañía comercializa las marcas Topper, Mizuno y Rueda, entre otras.
Desde la Asociación Obrera Textil informaron que los primeros telegramas de despidos comenzaron a llegar ayer y las indemnizaciones serán canceladas el viernes. El resto de las ocho plantas que la firma tenía paralizadas desde diciembre, la producción de calzado e indumentaria deportiva será retomada el 26 de enero.
Los ministerios de Producción y Trabajo no intervinieron para sostener la planta en marcha. El gremio fue convocado hoy a una reunión en la cartera laboral. En el sindicato especulaban que allí les ofrecerían programas de capacitación para “reconvertir” a una porción de los trabajadores desvinculados.
La industria del calzado figura entre las más afectadas por ese combo. Las ventas se contrajeron el año pasado alrededor del 25 por ciento y las importaciones, medidas en cantidades, crecieron por encima del 21 por ciento. En la Cámara Argentina de Calzado indican que ingresaron más de 27 millones de pares, cifra que se ubicó significativamente por encima del corte informal de 24 millones de pares prometido al sector desde el ministerio de Producción que encabeza Francisco Cabrera.